Noche de chicas



Grandes corazones auxilian a una novia desolada.
Por Chanelle Noir.

Hipótesis:
Es la chica más linda de la fiesta, tiene pelo castaño y unos bucles hermosos. Sentada sola en la escalera, podría ser la única imagen rescatada de un sueño. La descubro al seguir la mirada de Romi, quien la admira a través del humo de su propio faso. Una chica triste, me dice. Por un instante, nos miramos las tres.
Se sienta junto a nosotras en el sillón y se lamenta que a estas horas ya se haya terminado el buen alcohol y sólo circule cerveza en botellas de plástico. Romi le ofrece una seca. La chica mantiene el humo dentro su boca durante unos segundos, antes de volver a hablar.

Su novio estaba abrazado al inodoro hace alrededor de una hora y en este momento nadie sabe dónde está ni con quién se fue. Es demasiada la gente y demasiado berreta el alcohol que quedó; el porro que en ese momento compartimos las tres parece ser lo único que vale la pena esa noche. Varios fasos se encienden, uno detrás del otro, para pasar por nuestras tres bocas en orden aleatorio. Nos relajamos totalmente. De repente, me siento más seductora y más linda. Romi se cruza de piernas y veo sus ligas negras. Descubro a la chica mirándome mientras me detengo en la lencería de Romi. Sus ojos se clavan en los míos. Se me acerca y me toca la cara. La miro. Romi se acaricia las ligas y chupa el faso con los labios bien apretados. La chica nos pregunta en qué barrio tenemos el depto y le digo que es “acá, cerca”, aunque en realidad, está del otro lado de la capital.

Tesis:
Chanelle: Te extrañé, boluda. Todos me preguntaron por vos. Suerte que tu retiro duró sólo un par de semanas, si tardabas más en divorciarte iba a tener que agarrar mis ahorros de puta y ponerme un Lave-Rap.

Romi: Vos sabías que de seguro iba a volver. Yo tengo más despedidas que Los Chalchaleros.

Chanelle: Sí, ya sé. Es más, duraste más de lo que yo pensaba. ¿Por qué te divorciaste?

Romi: Después de las cosas que vi, no le creo nada a ningún flaco. ¿A vos no te pasa?

Chanelle: No.

Romi: Cuando estás entrando al telo y el tipo llama a su esposa para decirle que está llegando al gimnasio, ¿no te convencés de que los tipos son todos una mierda?

Chanelle: Mmm…no.

Romi: Cuando alguno le dice a su mujer “Te amo, gorda” justo mientras vos le estás tirando la goma, ¿tampoco?

Chanelle: No.

Romi: Ojo, las mujeres tampoco son unas santas. Mirá la piba esta.

Chanelle: Más puta que vos y yo juntas. Nosotras al menos lo hacemos para vivir. Armá otro que este ya murió, Ro.

Romi: Ahora armo.

Chanelle: ¿O sea que no te vas a enamorar nunca más?

Romi:Yo no dije eso, dije que no puedo confiar en ningún tipo. Pero uno nunca sabe, la vida nos sorprende raudamente

Chanelle: Ah mirá, un SMS de nuestra clienta.

Romi: ¿Qué dice? Acá tenés el porrín.

Chanelle: Gracias. Mmm buen faso. Dice que su novio se murió ahogado en su propio vómito. Qué trágico, boluda. El finadito agonizaba mientras ella se enfiestaba con dos putas.

Romi:¿No ves que no se puede confiar en nadie?

Conclusión:
El motivo por el que Romi y yo no solemos tener clientas, creemos, se debe a que muchas mujeres sienten vergüenza de admitir que quisieran acostarse con otra mujer. Mucho menos pagando por eso. Menos aún con dos mujeres. Esta vez, sin embargo, el porro fue nuestro aliado y contribuyó a que la chica triste de la fiesta respondiera a sus deseos más íntimos y se animara a pasar un verdadero momento “entre mujeres” que seguramente jamás olvidará.

El día siguiente, en nuestro depto ya todo vuelve a la normalidad: casados de traje, maletines, preocupaciones robadas de la oficina, frustraciones. Peluquines peinados para el costado, ropa interior que nadie debería usar y más frustraciones. Hombres que analizarán exhaustivamente la calidad de nuestro jabón líquido, la pulcritud de nuestras toallas o la gaseosa de vidrio que le ofrecemos al llegar. Sin embargo, aunque no volvamos a hablar de eso, el recuerdo de aquella fiesta y lo que vino después, sigue con nosotras.

Un buen faso puede motivar, decimos siempre con Romi; o al menos es una excelente excusa para dejar algunos miedos y preconceptos de lado y animarnos, por un rato al menos, a ser quienes queremos ser.

Publicado en la revista THC en julio de 2010