El gringo



Nuestras divas venden fantasías, pero nunca faso. El placer se autocultiva.
Por Chanelle Noir

Hipótesis:

Anda por los 50, tiene pelo canoso y ojos celestes. Panza. En su juventud puede que haya estado bueno. Entra a nuestro dpto. con prepotencia, dejando su saco en nuestro perchero como si estuviera entrando a la habitación de un telo y diciendo (en inglés) que él es “Americano “ y que por tanto, tenemos que hacerle precio.
Le explico que estamos en Argentina y que acá se habla castellano. Se lo digo lentamente, con autoridad, mirándolo con el cuello arqueado porque mido un metro y medio y él me lleva dos cabezas. Amenaza con irse si no aceptamos sus condiciones y le respondo que no hay inconveniente. Que abajo le abren.

Lo veo recoger sus pertenencias mientras mediante un gesto sencillo, le pido a Romi que me facilite el faso recién armado que pongo entre mis labios. El gringo abre los ojos enormes y me pregunta si tengo más. Le pido que me disculpe, pero que no hablo inglés. Él saca 400 dólares y yo los guardo en mi media negra de liga. Los lenguajes del amor, el dinero y el faso, son universales.

Inmediatamente, vuelve a ponerse cómodo. Se sienta en la cama en el medio de las dos y yo le paso mi faso. Romi trae el cenicero del Che. Él hace un comentario despectivo sobre el revolucionario argentino y yo le digo que no le entendemos. Romi and Chanelle no English le digo. Pot and sex, yes. Oh yes.

Fumamos un poco mientras nos cuenta en su castellano de mierda que hace días que no prueba un porro y que es una situación terrible. En California tiene una plantación y se autoabastece. Esto estar mehor que yo fumé en Argentina, dice, refiriéndose a nuestros cogollos. Nosotras decimos Thank you. Dice que siempre que viene a nuestro país le venden un paraguayo espantoso y sobrevaluado. A nosotras no nos sorprende. Con la onda que tenía al principio, yo al menos, le habría vendido cianuro.

Tesis:

Romi: Es inhóspito, vienen con dólares y creen que pueden hacer cualquiera.

Chanelle: Y sí, creen que nos vamos a abrir de gambas por una foto de Washington.

Romi: Se creen que somos indios, que nos vamos a deslumbrar con los vidrios de colores. Se creen que estamos igual que cuando nos conquistaron.

Chanelle: ¿Eh?

Romi: ¡Cuando los ingleses nos conquistaron!

Chanelle: Che, tengo un libro de historia muy copado acá en la biblioteca, si querés llevátelo unos días.

Romi: ¿A ver? ¿Tiene dibujitos?

Chanelle: Sí, tiene dibujitos.

Romi: ¿Por qué no le querías hablar en inglés? Vos entendés perfecto.

Chanelle: Porque no viene incluido en el precio. La tarifa es por coger, no por hablarle en su idioma. Además, me iba a ver tentada a refregarle en la cara que para ponerla, además de tener que pagar, tiene que irse de su país porque ahí las minas son horribles.

Romi: Y sin embargo parece que nos cogió sólo porque teníamos porro. ¡Cuando vio el faso, se quedó avieso!

Chanelle: Tengo un diccionario por ahí, Ro. Llevátelo también. Tiene dibujitos.

Romi: ¡Gracias! Vos sabés que adoro leer. Los libros son una necedad. Ahí te entró un mensaje.

Chanelle: Sí, es el gringo. Dice que le parecimos unas forras, pero que quiere más porro. Quiere comprar de nuestra cosecha “a un precio razonable”.

Romi: Imposible. Somos putas, pero no dealers.

Chanelle: Eso le estoy respondiendo.

Romi: Y que se haga ortear.

Chanelle: También.

Conclusión:

Durante los días siguientes, el gringo nos manda un promedio de 10 mensajes de texto diarios pidiéndonos que le vendamos faso. Ante nuestra negativa, postea una “mala XP” en el foro de putas correspondiente, pero gracias al traductor de Google, no se entiende ni mierda.

Sin embargo, esa semana tenemos miles de gringos nuevos en busca de faso. Todos ratas y con la convicción de que ser “Americanos” les da derecho a lo que sea. A cada uno de ellos, Romi y yo lo colocamos en su lugar de súbdito del faso y le dejamos bien en claro la situación: Vos viajaste a este país sin faso y querés fumar algo bueno, no la mierda sobrevaluada que te venden aprovechándose de tu condición de dumb gringo. Bien. Fumá de la buena y cogete dos hembras como no hay en tu jodido país. Pero pagame lo que yo te pida. In advance.

Te explico, baby, vos tendrás muchos verdes, pero nosotras tenemos felicidad verde también. Fumate tus billetes si querés. En nuestro garchadero/fumadero, que es nuestro reino, esta plantita vale más que tu billetera. Igual, tu billetera se queda acá. Baby.

Publicado en la revista THC en octubre de 2010

El nono travesti



Las chicas reciben a un funcionario públio que, lejos de jubilarse, le suma a su vida monótona la fantasía de ser una más.
Por Chanelle Noir.



Hipótesis:

Romi revuelve el baúl donde guardamos la lencería y los trajes de fantasía. La veo sacar medias, ropa interior de seda y un baby doll. Le pregunto si hoy tiene turno el músico que le gusta a ella y me recuerda que, lamentablemente, hoy nos visita el nono travesti. Es un señor con edad para ser abuelo, funcionario estatal, que hace unos años empezó a recorrer puteríos y cabarets donde le dejaran llevar a cabo la fantasía de cumplir el rol de mujer. Cuando descubrió que en nuestro dpto. además podía fumar porro, jamás nos abandonó. Desde entonces, como es común entre los putañeros, este viejo maraca tiene una rutina: llega de traje y con el maletín, con el poco pelo que le queda peinado para el costado y se sienta a fumar y tomar gaseosa con nosotras. Cada seca lo relaja más, lo acerca más a la persona que desearía ser y al sexo que quisiera tener, al menos en estos momentos. Así, el nono travesti, comienza a vivir su propio sueño. Al menos hoy, al menos por algunos minutos, podrá ser la mujer que esconde durante las horas de oficina o en su casa, con su familia.

Nosotras miramos anonadadas su transformación. De a poco, el señor empieza a hablar diferente. Cambia su tono de voz, elige otras palabras y otros comentarios. Ya no habla de su trabajo ni de su esposa. Habla de las cosas que le gustan, de la decoración de nuestro dpto., acaricia a los gatos. Sigue hablando mientras se peina el poco pelo que tiene, mirándose en el espejo del living, aún con el porro en la mano. Del bolsillo de su pantalón, saca un lápiz labial y se pinta los labios. Se pone rimmel en las pestañas y las mueve como si fuera Betty Boop. Casi instintivamente, Romi y yo miramos para otro lado en el momento en que empieza a desvestirse, aunque la transformación del nono travesti es ese tipo de fenómeno que sucede con la música de fondo de una película de Kubrick.

Tesis:

Romi: Las cosas que hay que hacer por doscientos euros.

Chanelle: Nos recagó la devaluación del euro.

Romi: Sigue siendo una fortuna, Chanelle. ¿Cuántas horas trabajabas en la ofi por 200 euros?

Chanelle: No sé, muchas.

Romi: Y te tenías que bancar al pajero de tu jefe mirándote el ortho y tirándote onda.

Chanelle: Yo los guardo para cuando vuelva a subir.

Romi: ¡Ja!

Chanelle: ¿Qué tiene?

Romi: Nada. ¿Sabés qué creo? Que está comprando nuestro silencio.

Chanelle: Entonces, que venga con libras esterlinas, no con esta garcha.

Romi: ¡Será una buena excusa cuando le vendamos la información a la prensa! Ayer el nono travesti estaba en la tele, hablando no sé de qué.

Chanelle: Celebrando la ley del matrimonio gay.

Romi: No, de en serio te digo. ¡Cuando nos cansemos del nono travesti, lo extorsionamos y le pedimos libras!

Chanelle: ¡Pero qué flasheás, Ro! Si vos sos incapaz de cobrar de antemano porque te da vergüenza. Mirá si vas a botonear al viejo por maraca.

Romi: Tenés razón, Chanelle. Va en contra de mi esencia intrínsica.

Conclusión:

El nono travesti ya abandonó el dpto. y somos conscientes de que será mucha la pornografía vietnamita que deberemos consumir para sacarnos de la mente esa imagen: la de nuestro cliente saltando encima de un vibrador de 25 cm, gritando Soy tu putita.

Con el correr de los minutos, sin embargo, porro tras porro comenzamos a sentir una calma maravillosa. La misma hierba que hace un rato enfervorizaba al viejo maraca, ahora nos da paz y nos permite tomarnos una merecida siesta durante el resto de la tarde.

Nosotras también nos sacamos la ropa de trabajo y también, de alguna forma nos convertimos. Ahora no somos las empresarias del amor, somos las amigas fumadas a punto de tirarnos a dormir como hacen los felinos.
Hace frío, así que Romi y yo, siguiendo el digno ejemplo de los gatos, bajamos las luces y nos cuchareamos en el sillón. Sin poner la alarma a ninguna hora.


Publicado en el mes de septiembre de la revista THC

Salir de la vida licenciosa



Nuestras heroínas le dan a un doctor metiche un poco de santísima medicina.
Por Chanelle Noir.

Hipótesis:
Es médico y tiene mucho que enseñarnos sobre la vida. La piel de Romi está seca y mis tetas parecen operadas, afirma mientras tomamos algo en el living del dpto., aún vestidas. Nuestra colección de revistas THC descansa en un armarito con puertas transparentes, él la ve e inmediatamente improvisa un discurso antidrogas. Espero que mis pacientes no lean esta revista, nos dice gravemente y yo pienso: Ok, no te soporto más. Pero nuestro cliente recién está comenzando. Su soliloquio es denso y él no se cansa de repetir que somos unas drogadictas, que no importa si sólo nos fumamos un porrito entre las dos antes de dormir, está mal. Ojalá que sus pacientes no lo hagan.

Yo miro estratégicamente el reloj. Le estoy dando a entender que cada minuto que decida utilizar para martirizarnos con su moralina barata es un minuto menos que tendrá para coger. Él parece entender mi sutileza, porque enseguida pasa al segundo tema que tenía pensado abordar con las putas fumancheras Chanelle y Romi. El nuevo segmento de su monólogo se llama “Sugerencias para salir de esta vida licenciosa”.
Nos ofrece trabajo en su consultorio. Podemos atender el teléfono, dar los turnos y decir cosas como “El Dr. está en teleconferencia en este momento”. No, mirá, le dice Romi mientras yo lo tomo de la mano y lo dirijo a nuestra cama, nosotras somos felices siendo putas.

Gateo más por soledad que por sexo, nos dice cuando finalmente se encuentra sentado en la cama, entre las dos. Romi y yo nos leemos mutuamente las mentes. Nos miramos a los ojos y ya no necesitamos hablar: ella se levanta y le dice que tiene algo muy especial para la tarde. Seguro que no merendaste, agrega, ofreciéndole un plato lleno de brownies. Su panza prominente ya nos había dado la pauta de que no se resistiría. Le entra con ganas. Romi y yo hacemos contacto visual nuevamente y esta vez sonreímos.

Tesis:
Romi: Se calló, finalmente, el doctor.

Chanelle: Primero, no podía hablar porque se llenó la boca de tus brownies. Y al rato, era un chiste, el hijo de puta.

Romi: Se reía raudamente. Me encantaba su risa.

Chanelle: Che, ¿y el diccionario que te regaló el músico?

Romi: Ah sí, lo usé para calzar la pata de la mesa de la cocina que estaba más corta.

Chanelle: Cierto, ya no se me vuelca el café con leche cuando me siento a merendar.

Romi: Quedó como loco, el doctor, qué momento estóico. Tendría que agradecernos. Pasó de ser un embole a cagarse de la risa de todo.

Chanelle: Y nosotras nos cagamos de la risa de él, de paso. Todos contentos. Pensar que yo no me animé a darle brownie a mi mamá cuando estuvo haciendo la quimio.

Romi: Vos le dijiste que el faso le podía aliviar el dolor y no quiso, fue su elección. Ahora, lo que hicimos hoy fue en defensa propia.

Chanelle: Sí. Qué tipo más hinchapelotas.

Romi: Era darle brownie o echarlo a patadas en el ortho. Ahí te entró un mensaje.

Chanelle: A ver. Dice que nos agradece, que no sabemos la falta que le hacía reírse un rato.

Romi: Coger también le hacía mucha falta. Largó como para abrir su propio tambo.

Chanelle: Cerda, hija de putaaaaa

Romi: Ay, habló la más fina.

Chanelle: Callate y armá uno.

Romi: Acá tenés.

Chanelle: Gracias, Ro.

Conclusión:
Parece ser que la gente que gatea por soledad, necesita tener al menos con quien pelearse. El problema es que a nosotras no nos interesa pelear, sino que nos dejen vivir a nuestra manera. En este sentido, los brownies de porro que cocina Romi parecen ser un antídoto para la careteada, un pasaporte a la realidad para un cliente que hoy se metió en el lugar equivocado, pero al menos nos dejó dinero.

El caso del médico que visita a un par de putas fumancheras para intentar llevarlas por el buen camino, es un ejemplo similar al del empresario monopolista que usa remeras con la cara del Che. Al menos queda gente coherente en el mundo, como nosotras. Si se hubiese tratado de una batalla, bien podríamos decir que ganó la autenticidad sobre la hipocresía. Algo así.

Finalmente, el Dr. pudo experimentar en carne propia las ideas a las que se oponía rotundamente. Y no sólo no la pasó nada mal, sino que terminó agradeciéndonos.
No resulta muy recomendable para los enemigos acérrimos del faso, darse una vuelta por el garchadero/fumadero de Chanelle y Romi. Lo más probable es que terminen riéndose de todo, sin acordarse qué era lo que habían venido a buscar. Pero tal vez, con la certeza de haber encontrado algo mucho mejor.


Publicado en la Revista THC en agosto de 2010

Noche de chicas



Grandes corazones auxilian a una novia desolada.
Por Chanelle Noir.

Hipótesis:
Es la chica más linda de la fiesta, tiene pelo castaño y unos bucles hermosos. Sentada sola en la escalera, podría ser la única imagen rescatada de un sueño. La descubro al seguir la mirada de Romi, quien la admira a través del humo de su propio faso. Una chica triste, me dice. Por un instante, nos miramos las tres.
Se sienta junto a nosotras en el sillón y se lamenta que a estas horas ya se haya terminado el buen alcohol y sólo circule cerveza en botellas de plástico. Romi le ofrece una seca. La chica mantiene el humo dentro su boca durante unos segundos, antes de volver a hablar.

Su novio estaba abrazado al inodoro hace alrededor de una hora y en este momento nadie sabe dónde está ni con quién se fue. Es demasiada la gente y demasiado berreta el alcohol que quedó; el porro que en ese momento compartimos las tres parece ser lo único que vale la pena esa noche. Varios fasos se encienden, uno detrás del otro, para pasar por nuestras tres bocas en orden aleatorio. Nos relajamos totalmente. De repente, me siento más seductora y más linda. Romi se cruza de piernas y veo sus ligas negras. Descubro a la chica mirándome mientras me detengo en la lencería de Romi. Sus ojos se clavan en los míos. Se me acerca y me toca la cara. La miro. Romi se acaricia las ligas y chupa el faso con los labios bien apretados. La chica nos pregunta en qué barrio tenemos el depto y le digo que es “acá, cerca”, aunque en realidad, está del otro lado de la capital.

Tesis:
Chanelle: Te extrañé, boluda. Todos me preguntaron por vos. Suerte que tu retiro duró sólo un par de semanas, si tardabas más en divorciarte iba a tener que agarrar mis ahorros de puta y ponerme un Lave-Rap.

Romi: Vos sabías que de seguro iba a volver. Yo tengo más despedidas que Los Chalchaleros.

Chanelle: Sí, ya sé. Es más, duraste más de lo que yo pensaba. ¿Por qué te divorciaste?

Romi: Después de las cosas que vi, no le creo nada a ningún flaco. ¿A vos no te pasa?

Chanelle: No.

Romi: Cuando estás entrando al telo y el tipo llama a su esposa para decirle que está llegando al gimnasio, ¿no te convencés de que los tipos son todos una mierda?

Chanelle: Mmm…no.

Romi: Cuando alguno le dice a su mujer “Te amo, gorda” justo mientras vos le estás tirando la goma, ¿tampoco?

Chanelle: No.

Romi: Ojo, las mujeres tampoco son unas santas. Mirá la piba esta.

Chanelle: Más puta que vos y yo juntas. Nosotras al menos lo hacemos para vivir. Armá otro que este ya murió, Ro.

Romi: Ahora armo.

Chanelle: ¿O sea que no te vas a enamorar nunca más?

Romi:Yo no dije eso, dije que no puedo confiar en ningún tipo. Pero uno nunca sabe, la vida nos sorprende raudamente

Chanelle: Ah mirá, un SMS de nuestra clienta.

Romi: ¿Qué dice? Acá tenés el porrín.

Chanelle: Gracias. Mmm buen faso. Dice que su novio se murió ahogado en su propio vómito. Qué trágico, boluda. El finadito agonizaba mientras ella se enfiestaba con dos putas.

Romi:¿No ves que no se puede confiar en nadie?

Conclusión:
El motivo por el que Romi y yo no solemos tener clientas, creemos, se debe a que muchas mujeres sienten vergüenza de admitir que quisieran acostarse con otra mujer. Mucho menos pagando por eso. Menos aún con dos mujeres. Esta vez, sin embargo, el porro fue nuestro aliado y contribuyó a que la chica triste de la fiesta respondiera a sus deseos más íntimos y se animara a pasar un verdadero momento “entre mujeres” que seguramente jamás olvidará.

El día siguiente, en nuestro depto ya todo vuelve a la normalidad: casados de traje, maletines, preocupaciones robadas de la oficina, frustraciones. Peluquines peinados para el costado, ropa interior que nadie debería usar y más frustraciones. Hombres que analizarán exhaustivamente la calidad de nuestro jabón líquido, la pulcritud de nuestras toallas o la gaseosa de vidrio que le ofrecemos al llegar. Sin embargo, aunque no volvamos a hablar de eso, el recuerdo de aquella fiesta y lo que vino después, sigue con nosotras.

Un buen faso puede motivar, decimos siempre con Romi; o al menos es una excelente excusa para dejar algunos miedos y preconceptos de lado y animarnos, por un rato al menos, a ser quienes queremos ser.

Publicado en la revista THC en julio de 2010

Los Humanistas



Con mucha lectura encima, los intelectuales de turno tienen que rendir una materia para la que no existe manual escrito.
Por Chanelle Noir.

Hipótesis:

Romi aparece en el dpto. antes de lo acordado y, sin exordio, mete unos cogollos en el microondas. Me explica que les falta madurar, pero que ella no tiene paciencia. Enseguida recuerdo el motivo de su desesperación: hoy es día de humanistas, dos estudiantes de historia con un sempiterno olor a sobaco, café barato y Viceroy. Son buena onda, son jóvenes y no son feos. Pero esa combinación de olores de ultratumba produce un hedor que traería lágrimas a los ojos del más veterano destapador de cloacas. Apenas recuerdo el perfil de nuestros galanes de la tarde, la ayudo con el microondas y nos ponemos a ver cómo los cogollos giran y se ponen raros.

Faltan sólo diez minutos para que avisen por SMS que están en la puerta. La última vez que nos visitaron intentamos bañarlos, pero al ver que ambos exclamaban “con jabón no, sólo agüita”, decidimos que esta vez apelaríamos al recurso extremo. Una doble ración de cogollos obligados a madurar.

El ambiente se impregna de un olor refrescante. Aroma a correr descalzo, a día al aire libre, a momentos felices. Y todas esas cosas que nada tienen que ver con axilas y cafés servidos en telgopor ordinario. Ya casi nos sentimos preparadas para recibir a cualquiera, poderosas y capaces de todo. Y eso que aún ni siquiera nos pusimos a armar. Este es nuestro desafío de hoy: cogernos unos humanistas con muchos libros y poco aseo. Veremos cómo nos va.

Tesis:

Romi: Bueno, no fue para tanto, al final.

Chanelle: Vos porque después de tantos años de tabaco, ya no olés una mierda.

Romi: Y bueno, mejor. Para lo que hay que oler…

Chanelle: Yo tengo una hipótesis sobre estos pibes.

Romi: ¿A ver…?

Chanelle: Deben creer que si se bañan van a perder sus idiologías. Que se les va a lavar el zurdismo.

Romi: ¡Ay mirá lo que decís! ¡Qué infausta!

Chanelle: Los estudiantes de humanísticas deben reconocerse por el olor. Como los felinos.

Romi: Igual, con el cogollo a microondas nos cagamos de risa, Chanelle.

Chanelle: Eso te lo reconozco. Les tendríamos que decir algún día, Ro. Chicos, huelen a bolas, a sobaco y cigarrillos baratos. Aunque claro, nos van a responder que por eso pagan. ¿Ves? Yo hablo y me respondo solita.

Romi: Te dejaron del ortho los cogollos forzados a madurar.

Chanelle: Sí. Pero heme aquí. Más rica que hace una hora y gracias al faso ahora no me la voy a gastar toda en vodka, como la última vez.

Romi: Deprimente, ¿no? Yo me la gasté en libros y DVDs. Yo leo de todo, literatura, revistas, leo Cosmopolitan…Cosmopolitan es un trago. Y pelis, me encanta el cine europeo. Y las comedias románticas, y el cine mudo. Ahora estoy escribiendo para dejar mi mensaje a las adolescentes. Para que tengan control sobre ellas mismas y no se droguen.

Chanelle: Pero vos sos puta y te drogas, Ro, ¿qué les decís? ¿No sean como yo?

Romi: Mmm algo así.

Chanelle: Groso.

Conclusión:

No estamos seguras de que sea recomendable arrancar el cogollo antes de que esté listo para su consumo y mucho menos que convenga meterlo en el microondas. A menos que se trate de un caso de suma emergencia, como el nuestro. Los ingleses tienen un dicho para cuando tienen que coger con alguien sin ganas. Dicen “Close your eyes and think of England”, que sería el equivalente a nuestro “Hacelo por la patria”o “Hacelo por Néstor”, por ejemplo. Nosotras no recomendamos evocar ninguna figura política a la hora del amor, pero sí podríamos afirmar que “Fumate uno y cagate de la risa” sería un buen consejo para una situación de esta índole.

El cogollo que se vio obligado a madurar de golpe fue nuestro aliado el día de hoy y pudimos convertir lo que podría haber sido una escena traumática de nuestras vidas en una anécdota para compartir una noche entre amigos. Ahora no tendremos que gastar nuestro dinero en alcohol, drogas duras o un par de botas de marca para olvidar el espantoso suceso. Prendemos uno, ventilamos un poco, y ya todo eso queda atrás. El día continúa y nos sentimos más lindas. El aroma de los cogollos ha impregnado nuestro dpto. y nuestra tarde que recién comienza.


Publicado por la Revista THC en junio de 2010.

"El Artista"



Ventaja del sexo sin documentos. Cuando ir de putas es la chance de inventarse una persona.
Por Chanelle Noir.

Hipótesis:

Lo que nunca terminamos de entender es por qué tienen que darnos una excusa. Es como cuando entrás en una sala de chat y todos te preguntan si siempre chateás y ellos aclaran “yo no entro nunca, hoy justo se dio que cancelaron el partido de fútbol con los pibes, fue de casualidad”. ¿Acaso tienen miedo de lo que podamos llegar a pensar nosotras? ¿Qué hay para pensar? Nada, tenían ganas de echarse un polvo, pagaron. El resto de los pormenores no son asunto nuestro. Nosotras no les decimos que habríamos querido ser abogadas, pero la sociedad, la vida o algún familiar violador nos llevó a ser putas fumancheras. Una hora es el tiempo suficiente para “descargar”, sin dejar margen para mucho diálogo. ¿Qué nos convoca, después de todo? Entonces, vayamos a lo nuestro.

Es escritor. Tiene unos treinta y pico, es alto y tiene un físico impresionante. Morocho, muy atractivo. Un gran día para ser putas y fumarnos uno en excelente compañía. Él nos saluda cálidamente al entrar en nuestro departamento y nos mira a los ojos mientras se presenta. El motivo que lo llevó a nuestro encuentro, nos explica mientras Romi arma el porro fuera de estación, es nada menos que el síndrome de la hoja en blanco. No suele ir de putas, aclara, ni fumar porro, pero tiene que entregar su novela antes de que termine la semana y está bloqueado. De todo esto, obviamente, lo único que le creemos es que está bloqueado. Dice que si no lo inspira un porro y un par de buenas putas, nada lo hará. Eso, sin duda, también se lo creemos. Relajate, le dice Romi, mientras un humo suave sale de sus labios entreabiertos, hagámosnos bien.

Tesis:
Romi: Yo no soy terapeuta, pero la escuela de la vida me enseñó muchas cosas. Como mujer, como escort, como viuda…

Chanelle: Escort es un modelo de Ford. Dios. Qué faso berreta.

Romi: Horrible, no es época. ¿Qué te estaba diciendo?

Chanelle: Que sos viuda, boluda, dejate de joder. ¿Cuántos tipos habremos atendido? ¿Quinientos mil? Alguno se tenía que morir, ¿no?

Romi: Pero es que yo no tengo consolación, estoy inconsumable.

Chanelle: ¿Me pareció a mí o le diste el culo al escritor?

Romí: Sí. Vos sabés que me encanta leer. Me pudo

Chanelle: Igual a vos te re cabe eso…a mí también, ojo, pero no tolero la personalidad del ortero. Usan demasiados diminutivos: tanguita, colita, depiladita. Me genera violencia y en vez de Noir, me pongo Extra Brut. Holocausto y exterminio al ortero, Ro.

Romi: ¿Se inspirará después de todo esto?

Chanelle: Naah. Estoy segura de que ni siquiera es escritor, ni se llama como nos dijo. Para mí se llama Cacho y vende panchos en la costanera. Estoy casi segura de haberlo visto alguna vez.

Romi: Qué inaudible. Che, el tipo del plan macabro, el que te robó la poronga de goma, ¿te la devolvió?

Chanelle: No la quiero, boluda! ¡Andá a saber para qué la usó! Aaaaaghhhhh

Romi: Tenés razón, Chanelle. Este faso es una mierda.

Conclusión:

Sin dudas, ir de putas es una aventura, un sueño, una posibilidad de convertirse en otra persona. Después de todo, lo que vendemos no es más que una ilusión. A veces, alguien se presenta como Martín, para volver una semana más tarde y decir que se llama Diego. O Pablo. Según nuestro humor y la cantidad de faso que tengamos encima, le seguimos la corriente o le decimos “Eh, ¡pero si viniste con otro nombre la última vez!” Todo depende.

Con el correr de los días, encontramos una “XP” en el foro de escorts escrita por Rulo, el camionero. Cuenta que, en un cambio de ruta, tuvo la oportunidad de conocer a las famosas diosas del sexo Chanelle y Romi y fumarse uno con ellas. El dpto. está bien, informa Rulo, hay jabón líquido y aire acondicionado. Preservativos de colores y con olor a chicle. Aunque el faso era de muy mala calidad (acá habla de la mala época para conseguirlo), Rulo explica con lujo de detalles su expedición por el “camino de tierra” de Romi y se lamenta no tener tiempo para repetir la aventura.
Los colegas de Rulo lo felicitan por la “XP” y se prometen conocernos pronto. Nosotras seguimos fumando, mirando muy por encima la pantalla de nuestras netbooks y finalmente el reloj. Parece que es hora de continuar. Llega Pablo. O Diego. O Juan. O Martín.


Publicado por la Revista THC en abril de 2010

"El Fan"



La pasión vs, el negocio. La disyuntiva de terminar o no con un vínculo comercial.
Por Chanelle Noir.

Hipótesis:
Tiene alrededor de 25 años y es hermoso. Músico. Los músicos tienen un plus, nadie lo duda; a un músico sí podríamos creerle eso de “Pago porque quiero” o “prefiero este tipo de relaciones para evitar el compromiso”. Un hombre que tiene una guitarra y sabe tocar “El Oso” tiene mayores posibilidades de ponerla que cualquier persona que carezca de esa habilidad; si además sabe algún otro tema, tiene una banda y está bárbaro, casi podríamos asegurar que estaría en condiciones de seducir a cualquier mujer en el mundo. Lo que queremos decir es que con mucho agrado nos lo cogeríamos de onda. Sin embargo, resulta ser que encima paga bien y nos hace regalitos: un hush, un cogollo de su propia cosecha. Así da gusto.

Como si todo esto fuera poco, es un habitué, lo que Romi y yo llamamos “un abonado”. Nos llamó por primera vez para que le firmáramos la revista, y a partir de ahí se buscó un día y un horario, como si fuera la cita con el dentista o con el pedicuro, pero con sexo y faso. Para nosotras es mejor que salir con nuestro novio, nos producimos para ir a su casa como si fuéramos a una fiesta. Generalmente, nos encontramos una hora antes para fumarnos uno, maquillarnos, pasarnos la planchita y elegir nuestros mejores vestidos y nuestro mejor perfume.

Nos gustaría encararlo y decirle la posta: te cogemos de onda, ya fue. No pagues más. Que paguen los casados, los que cogen de traje y con el portafolios en la mano. Los que usan quincho, y encima se lo peinan para el costado. Que paguen los que cogen para escribir en un foro “higiene de rigor”, los que hacen la “tablita” y ponen “Tetas: 8 puntos , Culo: 7 (no entrega) Depto: Bien, con aire”. Que paguen esos. Vos no.

Tesis:
Romi: Es oneroso, pero estuve a punto de decirle que no le cobraríamos más.

Chanelle: ¡Yo también!

Romi: Pero cuando viene con la plata y encima nos deja propina, me muero de amor. Mal. Encima nos hace regalitos y te pide que le firmes las revistas. A mí me metió en la cartera una foto suya en su jardín para que mandes a la redacción.

Chanelle: ¡A ver! Mmm Qué lindo que es. Mmm.

Romi: ¿Qué te quedaste pensando?

Chanelle: Que a él le debe cerrar vernos con plata de por medio. Paga y sabe que nos ve cuando quiere, que no lo vamos a molestar…y, la verdad que no está mal.

Romi: Para nada. Debería existir como un tipo de relación standard.

Chanelle: Claro. Algo así como “sólo me interesa fumar un porro y echarme un polvo, que no haya nada especial entre nosotros dos. Así que, acá tenés tu dinero”.

Romi: Sería genial. Pero la mayoría de la gente es demasiado hipocondríaca para admitir que le gustaría aceptar una relación así.

Chanelle: Hipocondríaca…mm…seh.

Romi: Me regaló un libro para mi colección. Viste que yo siempre hablo de la importancia de la cultura y de los libros. Son una necedad.

Chanelle: ¿Qué te regaló?

Romi: Un diccionario. ¿No ves que es un amor?

Conclusión:
Este caso es tan complicado como el del cliente que viene con olor a puerto o el que quiere un “pete sin” después de pasarse una tarde trabajando en el techo de su casa, en pleno verano. Romi y yo fumamos un delicioso cogollo, mientras nuestro cliente está en su habitación llamándonos un taxi. Los Rocas, la generosa propina y los “regalitos verdes” de su cosecha descansan sobre la mesa del living mientras nosotras reflexionamos.

La relación puta-cliente es como la de un psicólogo con su paciente. No debería trascender. Romi separa el dinero de los regalos y me mira. Yo tomo el rollito de Rocas, los cuento y le doy a ella la mitad. No seas boba, le digo. Si le dejamos de cobrar, nos va a cambiar por otra que sí le cobre.
Nuestro cliente aparece en el living, repentinamente.
-Esto es lo bueno de pagar- nos dice- .Me echo un polvo y ahora cada uno a su casa.
-Se supone que ese es el tipo de cosas que se piensan, pero no se dicen –observo.
-Pero yo lo puedo decir –concluye-, porque estoy fumado.

Se ríe a carcajadas y nos acompaña hacia la puerta para despedirnos.

Publicado en la revista THC en marzo de 2010

"El Plan Macabro"



Teatro y marihuana en busca de un cuarteto.
Por Chanelle Noir.

Hipótesis:

Asegura que fumarse uno y coger con dos mujeres hermosas no es ningún desafío, que cualquiera con el dinero suficiente puede darse el lujo. Pero no cualquiera, afirma, puede llevar adelante el plan cuyos resultados él ya imagina y disfruta mientras acaricia a su gato, como si fuera el villano de una película de James Bond. Nuestro cliente, que ya ha fumado porro y compartido su lecho con dos mujeres alguna vez en su vida, esta vez aumenta su apuesta: serán tres. Dos putas y su víctima. La víctima de su macabro plan.

Se trata de una amiga que siempre deseó, pero ella es de las que no besan en la primera cita ni practican la felación en lugares públicos. Esperó tanto, que ya no se conformaría con tenerla sólo a ella; tienen que estar también Chanelle y Romi, quienes se harán pasar por compañeras de trabajo de El Villano y, con el porro como su mejor aliado, intentarán que La Víctima caiga en la trampa.

Tal vez para que todo parezca más casual, El Villano invita a Chanelle y a Romi a comer y a tomar Daikiris en un restaurant en Palermo. La Víctima llega más tarde. Él le presenta a las chicas diciéndole que son compañeras del trabajo. Les cambia los nombres y hasta la edad. Más tarde, los cuatro, ya entonados gracias a las bebidas, irán a la casa de ella; y en ese momento aparecerá el quinto elemento del macabro plan: El Paraguayo Pegador.

Las putas somos, ante todo, psicólogas y excelentes actrices. Romi no terminó el secundario, pero le gusta usar palabras poco comunes y las usa mal. Es pródigo avisar que este paraguayo es realmente pegador, comenta. Cuando se pone a hablar de su colección de libros y DVDs, El Villano abre grandes los ojos. Por un momento, teme que su macabro plan sea descubierto. Afortunadamente, La Víctima ya está bajo los efectos del faso y no repara en las palabras de Romi, que ahora levanta la pierna imitando un paso de baile mientras dice “Yo soy re alquimista. Alquimista, como el libro de Coelho.”

Tesis:

Romi: Pecó de arrogante

Chanelle: Sí, como esa gente que usa palabras “difíciles” y las usa mal.

Romi: ¿Qué?

Chanelle: Nada, nada. Se creen todos lindos. Pagan porque quieren.

Romi: Claro, tienen miles de chicas con quienes pueden coger de onda, pero eligen pagar porque si no, después no se las pueden sacar de encima. Son re apócrifos.

Chanelle: El típico chamuyo. “En cambio, yo te pago y sé que mañana no me vas a estar llamando para saber si dormí bien”.

Romi: El Paraguayo era pegador de en serio.

Chanelle: ¡Y ni así se pudo enfiestar con las tres!

Romi: El porro motiva, pero tampoco hace milagros.

Chanelle: Claro, como la gente que le pide a los reyes magos que le haga desaparecer la panza de cerveza.

Romi: No quería saber nada, la chica. Me dio un poco de alegría que le saliera para el culo, todo su plan macabro. Me soslayó, la verdad.

Chanelle: Hasta me pidió que trajera una poronga de goma para enfiestar a la piba…y ahora que recuerdo, no me la devolvió.

Romi: ¿No te la devolvió?

Chanelle: No. Igual, nos pagó como si la piba se hubiera prendido.

Romi: Tan seguro estaba de que le iba a salir bien…igual reclamásela, la poronga.

Chanelle: Sí, era la que tenía los huevitos y la ventosa para pegar sobre la pared.

Romi: Qué inexorable.

Conclusión:
Sobre mi repisa destinada a exhibir mi colección de porongas, falta un ejemplar. El espacio vacío que dejó, siempre me traerá el recuerdo del Plan Macabro que no se concretó. Nos imaginamos a nuestro cliente volviendo a su casa, apenado, pensando que en efecto, El Paraguayo Pegador no es una estampita de San Expedito, aunque sin duda es mucho más divertido.

A él le quedará el recuerdo de “la gran partuza que no fue”, el dinero mal invertido y el consuelo de al menos haberle robado un consolador a una puta. A nosotras, en cambio, nos quedan los Rocas y nos queda además un objeto realmente valioso más allá del tiempo: nos queda el recuerdo de esa chica que no besa en la primera cita ni practica la felación en lugares públicos, mirándonos a los ojos cuando él se detenía a armar el porro y dejaba de prestarnos atención, diciéndonos en susurros que se muere de ganas, pero que no puede hacerlo. Por favor. Entiéndanme.

Nosotras entendemos perfectamente.

Publicado en la revista THC en febrero de 2010

"El Último Faso"



En momentos culminantes, una sequita ameniza.
Por Chanelle Noir.

Hipótesis:

El tipo se está muriendo y, más que echarse un polvo, quiere fumarse el último faso. Está solo en la habitación de un hospital público y no tiene un jodido porro, aunque el médico le dio permiso para fumar, sin poder él mismo ofrecerle uno. Esa es nuestra misión, el día de hoy. No habrá sexo, ni música de Estopa, ni comentarios al respecto en el foro de escorts correspondiente. Hoy, alguien necesita mucho más de nosotras que un servicio cannabico-sexual. Veremos cómo nos va.

Aparecemos vestidas de enfermeras por la puerta menos concurrida del hospital, sorteando los gatos sobre nuestros tacos aguja. Creemos que nadie nos mira mientras esperamos el ascensor, que parece estar a punto de derrumbarse. Entramos sin intercambiar palabra alguna. Hay dos enfermos escapándose del establecimiento y uno hasta se lleva la sonda. Romi y yo tratamos de no cruzarnos las miradas, pero uno de ellos siente la necesidad de darnos una explicación. Nos dice que es por un momentito, nada más, que va a ver el partido y vuelve. Que el médico le dio permiso. Nosotras le decimos que vaya tranquilo, pero que no tarde mucho.
El ascensor se detiene y lo abandonamos. Debe ser la habitación donde está parado el hombre. Es. Chanelle y Romi, nos nombra mientras nos mira. Hace entrega del rollito de Rocas, que guardamos en los bolsillos sin contar. Nos abre la puerta, pero se queda afuera. Por las dudas.

¿Trajieron? nos pregunta el cliente. Romi saca un porro de su bolsillo y lo prende con mi birome-encendedor. Yo abro la boca para corregirlo, pero ella parece leerme la mente y me pone el porro entre los labios. Le doy un par de secas, mientras él me mira con ansias, no de mí, sino del porro. Con los dedos, retiro el maquillaje que manchó la seda y se lo paso.

Tesis:

Romi: ¿Ibas a corregirlo, hija de puta?

Chanelle: ¿Yo?

Romi: Cuando dijo “trajieron”.

Chanelle: Está mal dicho. ¿Se lo iba a dejar pasar porque nos habían pagado, o porque se estaba muriendo? Los moribundos también tienen derecho a aprender.

Romi: Se va a morir de todas formas, ¿qué diferencia hace?

Chanelle: Nah, ya demasiado con todas las veces que escucho a diario “si yo tendría” y “hace equis tiempo atrás”.

Romi: ¿Cómo?

Chanelle: “Hace dos días atrás”, en vez de “hace dos días” o “dos días atrás”. Hijos de puta. Creo que todo empezó con un tema de Diego Torres.

Romi: ¡Cómo estás, nena! ¿Cuántos fumaste ya? Yo traje cinco porros y ahora queda uno solo.

Chanelle: Tuve que sobornar a un médico que nos descubrió.

Romi: Garrón.

Chanelle: Ah mirá

Romi: ¿Qué pasa?

Chanelle: Un mensajito. Nuestro cliente se fue al cielo de los fumancheros.

Romi: Oh.

Chanelle: En este momento debe estar fumándose uno así de grande con Peter Tosh.

Romi: ¿Creés en esas cosas?

Chanelle: Si nadie sabe qué pasa cuando nos morimos, nadie puede saber. Al menos pensemos que es algo lindo, ¿no?

Romi: Yo me imagino que debe ser como cuando soñás, pero con el poder de decidir qué querés hacer.

Chanelle: Un sueño lúcido.

Romi: Eso. Yo me lo imagino así. ¿Dice algo más el mensaje?

Chanelle: Que se murió con la pija parada.

Conclusión:

De regreso en nuestro depto, con los delantales colgados en el perchero, fumamos y comemos galletitas con queso untable. Por unos momentos, dejamos el episodio atrás. Miramos la agenda. Jugamos con los gatos. Uno de ellos acaba de hacer mierda un abanico de plumas y ahora corre entre nuestras piernas.

Elegimos este trabajo para evitar la rutina, los días largos en una oficina. Para sacar provecho a todos los que querían porro y petes de onda, de alguna forma le encontramos la vuelta. Pero, más allá de haber tomado una decisión que respondiera a nuestra propia comodidad, a veces realmente sentimos que estamos haciendo algo bien. Hay días en los que somos María Magdalena, las dos, lavándole los pies a un hombre y secándoselos con nuestros propios cabellos mientras sus pares lo ignoran. Al final, todos buscamos lo mismo: no morirnos solos en una habitación de hospital, sin alguien con quien fumarnos un último porro antes de partir.

Publicado en la revista THC en enero de 2010

"El Virgen Total



Nunca faso ni trío. El debut soñado.
Por Chanelle Noir.

Hipótesis:

Anda por los cuarenta y pico, fácil. Poco pelo, casado y profesional. Si tuviera panza y estuviera de traje, sería lo que Chanelle y Romi como expertas EDAs* solemos llamar “el putañero clásico”. Pero es delgado y viste ropa informal, por lo que queda fuera de la clasificación. No nos vamos a quedar con las ganas de etiquetarlo, de todos modos, de ponerle algún tipo de rótulo para poder hacer de él un caso de estudio: la palabra que escribiremos sobre su frente es VIRGEN. Es virgen de trío. Y virgen de porro.

Tenemos un prensado que zafa bastante bien, que picamos con fervor, y entonces Romi se apodera del material para dar una clase privada a sus apasionados alumnos, acerca del armado del faso. La clave es que no quede aire, nos explica, mientras la vemos empujar el porro con una birome y luego sacudirlo con la mano antes de retorcer la seda para cerrarlo. El virgen y yo miramos, anonadados.

Parece ser que Romi hizo trampa y consumió algo más heavy que el porrito, antes de llegar al encuentro (según el Pequeño Putañero Ilustrado, cuando la gente se junta a coger por billetes, se usa la palabra “encuentro”) . Le pregunta a El Virgen cuántos años tiene, y él comete el craso error de responder con la pregunta “¿Cuántos me das?”. Romi dice 50, y el replica: 42. El momento incómodo pasa, sin embargo, cuando pasamos al lecho (previo pago del “servicio”): ella grita mientras pajea frenéticamente al entonces no tan virgen: "¡Señor Ingeniero! ¡Qué herramienta tiene usted!"

Tesis:

Chanelle: Hija de puta, ¿qué te habías clavado antes de venir?

Romi: Anfetaminas, ¿querés? Mmm el efecto es inmediato.

Chanelle: 50 años, le mandaste.

Romi: Estaba hecho mierda.

Chanelle: Puede ser, pero cuando se puso en bolas y le dijiste que era un Pokemón te fuiste un poco al carajo, me parece, Ro.

Romi: ¿Yo dije eso?

Chanelle: Mejor sigamos con el porrito. A ver, ¿cómo era? No tiene que quedar aire.

Romi: Claro. Mirá, probá con tabaco.

Chanelle: Hiciste mierda un Camel, boluda

Romi: Sí, es para que practiques, no pasa nada. Rellená la seda con esto.

Chanelle: A ver…

Romi: Ahí está, ahora, empujalo con la birome…

Chanelle: ¿Así?

Romi: ¡¡¡Muy bieeeen!!!!

Chanelle: Bueno, pero pasame el faso de verdad, no me voy a fumar esta porquería. Ahora sí. Che, ¿vos qué decís? ¿Escribirá “El Virgen” en el foro de putas?

R: No sé. ¿Vos decís que escribe?

C: No creo. Los foristas en general tienen panza y micropene. Al menos los que escriben “higiene de rigor” y esas cosas.

R: “Higiene de rigor”.

C: Claro, en vez de escribir “me fui a lavar el pito antes de seguir garchando” escriben “me hice la higiene de rigor”.

R: Ya sé boluda, yo leo los foros también.

C: Bueno, qué sé yo. Se fue muy contento de acá, para mí que la esposa se va a dar cuenta de que hoy a su marido le chuparon la pija.

R: Y le convidaron un porro.

C: Eso.

R: Siempre se dan cuenta, las mujeres. Siempre nos damos cuenta.

Conclusión
Momento de porro y música chill out, algo suave para tomar y unas galletitas. Romi va a usar la plata para un bolso nuevo, bien grande, onda Mary Poppins y para comprarle un equipo de gimnasia a uno de sus nenes. Yo la guardo, pero igual siempre ando sin un mango.

Nos relajamos antes de continuar con nuestras actividades del día y, ya con nuestras netbooks prendidas, viéndonos una a otra en el MSN y diciendo “¡Hey, te veo conectada!” cuando estamos a centímetros de distancia real, yo recibo un mensaje en mi celular. Es El Virgen; Romi me corrige, diciéndome que virgin, no more. No sé si será el porrito o qué, reza el mensaje, pero no hay forma de borrarme la sonrisa de la cara. Gracias, Chanelle y Romi.

Que le agradezca al que inventó esto de fumar antes de coger. Si no fuera porque es posible que el porro anteceda al revolcón (el “servicio”), las dos estaríamos en una estación de servicio, un club de strippers, o vendiendo seguros. Pero por suerte, alguien vio más allá. Como el primero que mezcló la menta con el chocolate o el alcohol y la crema. Eran iluminados. Gente que sabía lo que hacía. Como nosotras. Nosotras sabemos muy bien lo que hacemos.

*Empresarias Del Amor

Publicado en la revista THC en diciembre de 2009.

"El Abstemio"



Para un virgen de trío, el faso ya es demasiado.
Por Chanelle Noir.

Hipótesis:

Este pelotudo piensa que THC significa The History Channel. Te juro. Ni idea del porro ni de nada, pero lo que sí sabe es que no quiere que fumemos. Prefiere que no fumemos, que es lo mismo, pero dicho con más tacto. Es la primera vez en la historia de Chanelle y Romi que un cliente nos pide que no fumemos porro, que suspendamos nuestro rito pre-garchístico que incluye bebidas sin alcohol, golosinas y música de Estopa de fondo y cojamos “así”. ¿Al natural? Para nosotras, lo “natural” es coger fumadas; coger sin fumar nos parece algo de lo más extraño, un verdadero desperdicio. Hay porro, habrá sexo, pero el porro se quedará donde está. Ok. Aceptamos, sin peros. Sabíamos que en algún momento nos podía llegar a pasar. En el fondo, tal vez habíamos llegado a acariciar la idea de que a nadie le molestaría. Hace años que no conocemos gente que no fume y nos resulta extraño que alguien nos diga que no fumemos, sobre todo antes de coger.

Bueno, sí, en realidad estamos un poco molestas. Estamos a punto de encarar un trío cannabis-free y tiene muy poca onda. Sí, la novedad nos cayó para el ortho. Tantos tipos que darían lo que fuera por cogernos fumadas, tantos desesperados porque no llegan a juntar la plata o porque los mata la culpa o porque tienen miedo de que “la bruja” los descubra y les deje los huevos como higos. Y este tipo está acá, nos tiene delante de él. Nos va a coger. Tiene el rollito de Rocas en el bolsillo del pantalón. Y nos pide que no fumemos. Hoy el cliente nos parecerá más panzón, más arrugado y más perdedor que nunca. Esa es nuestra sensación. Pero veremos qué pasa.

Tesis:

Chanelle: Armá el jodido porro de una puñetera vez.

Romi: Dejá de leer esas traducciones gallegas de Bukowski , mirá cómo hablás.

Chanelle: Perdón.

Romi: Ahí va el porrín, ¿cuándo vas a aprender a armar?

Chanelle: No no, armar no es para rubias.

Romi: Se me hizo más largo hoy

Chanelle: ¡A mí también! Igual, se quedó mucho en serio.

Romi: Sí, cero intención de levantarse y empezar a vestirse. Seguía en bolas, ahí tirado entre nosotras. Íbamos a tener que hacer como la otra vez, que cada una sacó su netbook y se puso a chatear con clientes, vestidas hasta el cuello, y el tipo seguía ahí parado hablándonos.

Chanelle: Estaba re duro ese hijo de puta.

Romi: Sí, ¿no?

Chanelle: Él mismo lo admitió ¡Y no paraba de sacar botellitas de whisky de los bolsillos!

Romi: Dijo que era alcohólico.

Chanelle: Eso también. Personalidad adictiva el señor: merca, alcohol, porro y putas.

Romi: Y se iba al Casino después.

Chanelle: El casino viene a mí, dijo.

Romi: Es así, Chanelle. Un día cae un duro y otro un abstemio. Hoy tocó el abstemio.

Chanelle: Pero buena onda, el tipo. Yo a veces prefiero que se cuelguen, y no que vengan y digan “ponete en cuatro, por favor”. Taca-taca-taca y se vayan.

Romi: Eso es horrible. A mí me pasó.

Chanelle: A todas nos pasó.

Romi: Es cierto, es preferible que cuelgue un toque. Aparte, era lindo.

Chanelle: Sí, ¿viste? Un tipo agradable.

Romi: ¡Sólo le faltaría fumar!

Chanelle: Y no ser gatero boluda…eso mata todo el charm.

Romi: Igual, parecía un poco más grande de lo que era.

Chanelle: Es que mantenerse joven no es cuestión de hacer vida sana. Lo que envejece posta es ser un infeliz.

Romi: Me gusta eso que dijiste.

Conclusión:

El pedido de sexo sin porro nos predispuso mal para el trío. Cogimos pensando en la lista de la lavandería, en nuestros gatos haciendo cucharita al lado de la estufa, en la cotización del dólar. Después del primer polvo, nos animamos a fantasear con que tal vez ya fuera suficiente, pero casi podíamos escuchar el razonamiento del cliente: ¡Por lo que estoy pagando, al menos me echo dos polvitos! Ahora podrá contar con orgullo la experiencia en el foro de “escorts”. Contar cómo se echó dos, charló con las putas y encima negoció la ausencia del faso. Tal vez, si no lo hubiéramos apurado un poco con nuestro lenguaje corporal que incluye mirar el reloj y preguntar ¿Dónde está mi tanga?, él seguiría en nuestro depto y no estaríamos fumando, como ahora, que fumamos y decimos ¡qué pelotudo este chabón, cortarnos el mambo así con el porro! Todo eso queda atrás, de todas formas. Ahora somos unos cuántos Rocas más ricas que antes. Estamos buenas, finalmente fumadas y estamos vivas. Cambio y fuera.

Publicado en la revista THC en noviembre de 2009

"El Antiporro"



La primera columna de una saga que promete calentar hasta al corazón más helado.
Por Chanelle Noir.

Hipótesis

Dice que ya no fuma porro, pero de sus bolsillos no dejan de salir botellitas de whisky y está durísimo. A tal punto, que pregunta cuál es Chanelle y cuál es Romina. La rubia que viene en tamaño pocket es Chanelle, le explicamos, la morocha alta, es Romina.

Trajo champagne frío y pide hielo. No tenemos hielo, es invierno, que se deje de joder. Prendemos uno y le sugerimos que se relaje un toque, que se predisponga como corresponde para disfrutar de dos hembras como nosotras.
Lo vemos llevarse el porro a la boca con inseguridad, casi con culpa. Nos cuenta que ya no puede disfrutar de algunas cosas, que reventarse dos lucas en el casino le da cargo de consciencia. Irse de putas también, a veces. Pasamos a la alcoba, previo pago de “el servicio”. Se dice “el servicio”, como si fuera de catering, de lunch o fúnebre. No se dice “garching”, ni “revolcón en el heno”, tampoco “polvito”. Esas cosas nos enseñan los foros de “escorts”, y no nos referimos al Ford.

Al cliente no le pinta penetrarnos o “no puede”. Ponemos un manto de piedad sobre esa cuestión, dada la condición en que se encuentra. Es una hora de lengüetazos, chupadas y cuestionamientos acerca de por qué no acabamos más. Le explicamos, aunque no tenemos que hacerlo. Lo que realmente deberíamos explicarle es que se abona el acceso limitado a nuestros cuerpos, no la onda. Que la onda no tiene precio. Como el porro. El porro viene incluido en el paquete: lesbianismo, sexo y fumarse uno. Pero qué le vas a explicar a un tipo que está tan duro, que cuando tiene la boca libre, la usa para tomar alcohol de alguna de sus botellitas. Se debe haber aspirado hasta la tierra de las macetas. Nosotras, por suerte, no tenemos plantas en el depto.

Tesis

Chanelle: ¿Me dejás un par armados, así tengo para fumar después?

Romi: Tenés que aprender a hacerlo vos solita, nena.

Chanelle: Mirá, dejó como tres botellitas vacías de whisky.

Romi: Qué denso, ¡no se iba más! Aunque sacamos nuestras netbooks y nos pusimos a chatear, al tipo no le importaba nada. Suerte que a vos te llamaron por teléfono por una urgencia.

Chanelle: ¿Me estás jodiendo? ¡Era un cliente para ayudarnos a echar al payaso este!

Romi: Qué personaje.

Chanelle: Lo vi conectado y le conté lo que nos estaba pasando.

Romi: ¿Qué le dijiste?

Chanelle: Le dije “tenemos un tipo re duro acá, vestido, contándonos su vida. Llegó hace dos horas y no se va”. Surgió de él, el acto de caridad. Me dijo “Ahora te llamo y te digo que me robaron, bien fuerte, así escucha.”

Romi: Obsesionado con hacernos acabar, encima.

Chanelle: Dioooooos.

Romi: ¿A vos te pasa muy seguido?

Chanelle: ¿Qué cosa? ¿Acabar?

Romi: No, que te quieran comprar el orgasmo.

Chanelle: Y, vos viste cómo son. A mí nunca me interesó ponerme a gritar como si me estuvieran metiendo un palo en el culo, me parece que es tomarlos por idiotas. Ay sí, papi, ay ay. Pero después, resulta que si no lo hacés te lo piden. Mirá, yo creo que ninguna de las que estamos en esto entendimos un carajo qué quieren los hombres y por eso cobramos. La conclusión sería: “Vos pensá tranquilo qué querés, mientras yo me enriquezco con tu plata”, qué sé yo boluda…

Romi: Ay Chanelle, el porro te pega divino.

C: Igual todavía no sé armar.

Conclusión

En una situación tan particular como esta, el porro nos ayudó a lidiar con alguien que se encontraba en muy poco control de su persona. No es difícil imaginar lo que habría pasado, sin la presencia de la plantita: en vez de ofrecer un servicio canábico-sexual como Dios manda, habríamos terminado sodomizando al cliente con sus propias botellas de alcohol. Felizmente, el porro fue nuestro aliado y nos dio la tranquilidad necesaria para sobrellevar el momento. Imaginamos a nuestro cliente con los ojos entreabiertos, babeándose en un taxi de regreso a casa. Más tarde, mientras su esposa duerma, se logueará en el foro de escorts correspondiente, para contarle al mundo que no teníamos hielo. En cuanto a nosotras, ya todo pasó. Los Rocas descansan sobre la mesa, tenemos un rato para chatear desde nuestras netbooks, seducir a posibles clientes online que quieren coger y fumar con nosotras.
El próximo será alto y hermoso, nos dejará una caja de habanos a modo de propina y hasta la tendrá súper gorda. O no. Quién sabe.

Publicado por la revista THC del mes de Octubre de 2009