Fumando en el Alvear


Las chicas buenas saben por qué en un barrio coqueto hay que andar con discreción y bien limpitos.
Por Chanelle Noir.

Hipótesis:

El taxi se detuvo en la entrada del Hotel Alvear. Un botones me abrió la puerta. Me tomó de sorpresa, no tenía propina a mano. Solamente dije gracias y entré.

- Vengo a ver a un huésped –informé al tipo de la recepción. Llevaba un uniforme bastante ridículo-. Se encuentra en la habitación 502.
- Señorita –me respondió- no hay habitación con ese número en nuestro hotel.
- ¿Oh? Mire, esta es la información que tengo –le mostré la pantalla de mi celular con un SMS que contenía todos los datos.
- Claro –dijo-. No es aquí, es el hotel que está a la vuelta.
- Disculpe.
- No hay problema.

Bastante avergonzada por la confusión, di vuelta la esquina y encontré un hotelito muy humilde en comparación con el imponente Alvear. Me presenté con el nombre que figura en mi documento y me condujeron a la habitación.

Romi ya estaba con él, semidesnuda y armando. Llevaba un tapado nuevo que yo le había regalado por su cumpleaños. Bien, pensé que no lo usaría. Nos saludamos y, luego de pasar por nuestrs tres bocas un porro bien nutrido como los que arma ella, empezamos a desvestir al cliente. A medida que los tres nos desnudábamos, comencé a sentir un importante olor a axila. ¿Sería yo? ¿Romi? ¿El cliente? Sentía calor, tenía ganas de pasarme la fina blusa que tenía puesta, por abajo de los brazos y limpiarme, pero por supuesto no lo hice. El olor por momentos venía a mí, luego se iba y yo no dejaba de preguntarme a quién pertenecería. Finalmente, cuando ya terminó todo fui al baño y me olí. Estaba bien.

Tesis:

Romi se metió en el baño conmigo y volvió el olor, como una ráfaga.

Chanelle: ¡Sos vos la del olor a axila!

Romi: Olor a chivo, Chanelle. Olor a goat, si lo preferís, vos que sabés inglés.

C: ¿Cómo sabés que chivo es goat? Igual goat es el animal, no el olor.

R (Sacudiéndome. Recién entonces noté que tenía un porro colgando de sus labios): ¡No estás dando clase, Chanelle! Estás en un hotel a punto de higienizarte.

C: Perdón. ¿Nos bañamos juntas?


R: Ni en pedo. Me quiero terminar el churrito.

C: Bueno, yo mientras me baño. Me apuntó al pelo, odio eso.

R: Al menos no te dio en el ojo, como la otra vez, que quedaste ciega y tuve que llevarte a la guardia.

C: ¿Te acordás? Qué mierda. Bueno, ¿te bañás?

R: Nah...no tengo ganas. Lo que sí me haría es un buen enjuague bucal

C: Pero acá no hay ni dentífrico.

R: Sí, ya veo. Qué asco, boluda.

Conclusión:

Romi y yo caminábamos por la avenida Alvear tomadas del brazo como dos viejas chetas. Antes de cruzar la calle, revolví mi cartera con la esperanza de encontrar el tan ansiado frasquito. ¡Si! ¡Una botella de enjuague bucal! Le ofrecí a mi amiga, quien aceptó agradecida. Aún tomadas del brazo, ambas nos hicimos un buche y luego vaciamos sonoramente el contenido de nuestras bocas sobre el cordón de la vereda.

- Somos unas villeras –exclamé.
- Sí –respondió-. Re villeras.
- No soporto el sabor a pija. Por más limpito que haya sido el tipo.
- Yo tampoco.

Caminamos hacia el bar más cercano que encontramos y pedimos unos tostados y unas gaseosas. Era mi primera comida del día. La Paraguaya y yo comíamos con gusto.
- Yo me eché un polvo –le dije, con la boca llena.
- ¿Qué?
- Recién, con el tipo. Me eché un polvo.
- Vi que te estabas tocando, pero no sabía si estabas fingiendo.
- No, el tipo me chupó las tetas y acabé.
- Qué puta sos –me dijo, y empezamos a reírnos tan fuerte que en el bar varias cabezas giraron en nuestra dirección.
- A mí me pidió que le vendiera cogollos.
- ¿Ah sí? ¿Y qué le dijiste?
- Que se haga orthear.
- Putas, no transas -le dije, elevando mi copa.
- Indíd -me respondió en su inglés de mierda, levantando la suya.

La Rampa


Cuando las chicas tienen claro a dónde no quieren llegar, el dinero no es todo...y tampoco ayuda.
Por Chanelle Noir.

Hipótesis:

Suena el teléfono del dpto. Romi me gana de mano y se pone a repetir de memoria lo que todos quieren escuchar: "El servicio cannábico-sexual incluye cogollos de nuestro indoor más trío con Chanelle y conmigo, que somos tal cual nos ves en las fotos. También incluye libre participación con ambas durante una hora. Somos hardcore, especiales para fetichistas. Chanelle es sumisa y yo dominante. Este servicio tiene un costo de..."

Al cliente le encanta la propuesta, dice que el dinero está bien y luego hace una pregunta que llego a escuchar a través del teléfono: "¿Tienen rampa para discapacitados?"
Le hago un gesto a Romi para que le diga que no, pero ella responde que sí y le dice que no se preocupe, que lo vamos a tratar como él se merece.

- Sabés que no me gusta atender lisiados desde el episodio del tipo que quería hacer participar a su muleta.
- No tenés que ser discriminativa, Chanelle. Nos podría pasar a cualquiera y seguiríamos cogiendo. O al menos intentando coger.
- No es por discriminar, Ro, pero no me gusta. Y no puedo atender bien a un tipo que me desagrada.
- Esto es un negocio y el negocio es así. A veces te dan a tomar por culo.
- Qué expresión tan "traducción de Anagrama".
- Anaqué? Yo la escuché en una porno de zoofilia que bajé. En realidad quería bajar La sirenita, pero cuando lo abrí, era gente cogiendo con burros en gallego.
- Y la miraste.
- Obvio.
- Bueno, vamos a arreglarnos. Ah, yo me niego a subir o bajar con el tipo por la rampita. Me pasó una vez cuando empezaba. La gente miraba, no sabía si yo era su enfermera o su puta.
- Ok, yo lo traigo. ¿Sos feliz?
- No. Armame un porro.

Tesis:

Romi: No tenés sentimientos, tenés un Muro de Berlín en el corazón.

Chanelle: El muro ya cayó.

R: Cierto, el año pasado, ¿no? Igual, vos lo tenés en el corazón.

C: Te dije que no me gustan los lisiados. Por más faso que tenga encima, me ponen nerviosa.

R: A mí me dio ternura el tipo.

C: Porque se quiso suicidar?

R: Eso fue culpa tuya. Lo hiciste sentir mal.

C: Dejate de joder. Había que bajarlo de la silla, desvestirlo, pararle la pija, cabalgarlo. ¿Después qué? ¿Lo íbamos a bañar y medicar?

R: No tenés corazón.

C: Al tipo le pintó el bajón y dijo "No sirvo para nada, debería suicidarme".

R: Y vos le dijiste "Estamos en el décimo; si te tirás, no va a quedar ni tu recuerdo". Sos mala, Chanelle.

C: Vos sos mala, que fumás y no cedés el faso.

R: Disculpa, acá tenés.

C: Igual no se mató. Los que amenazan son así. Una se crea expectativas al pedo.

R: Qué inexorable.

Conclusión:

No me sorprende que el cliente no quiera volver a verme. Arregla citas con Romi en el departamento de él. Ella está orgullosa, cree que está haciendo una obra de bien. Y tal vez sea cierto. A mi no me da para tanto, prefiero mandar mis vestidos fuera de moda a la iglesia, aunque terminen en manos de curas travestis o en ferias americanas. Cada uno tiene su forma de sentir que está haciendo algo por este mundo corrupto.

uando trabajaba en la oficina, una ve znos citaron a todos para hacernos una serie de preguntas pelotudas. La más ridícula fue: "¿Cuál es la mejor obra de bien que han hecho en sus vidas?" ¡¿Qué mierda?! Esto es una multinacional, pensé y las multinacionales viven de la explotación de los empleados, exigen un código de vestimenta que no podés pagar y todo slo arreglan con una máquina de café y una vista al río. ¡Que se dejen de joder! Prefiero ser puta y fumarme un porro. En ese orden.

Aquella vez escuché las ridiculeces más grandes: "Mi familia le pagó los estudios a la sierva para que pudiera terminar la secundaria"; "Yo siempre cruzo a los ciegos y a las personas mayores". Cuando llego mi turno, dije: "Yo siempre pongo la luz de giro antes de doblar". Se quedaron mirándome.

"¿De qué carajo me están hablando?", les pregunté a todos, mientras me levantaba de la mesa con mi café de máquina en la mano. "Las buenas obras sólo son buenas si salen del corazón. Uno nos las anota para comentarlas en reuniones y mostrarle a todos lo bueno queuno es. Son patéticos.

Me fui a fumar uno al balcón para hacerme echar. Ahí me la encontré a Romi, que también se había escapado y me había seguido. Me pidió una seca. Nos echaron a las dos. Con nuestras indemnizaciones sacamos el dpto y acá estamos.

Prefiero ser mi propa puta que la puta de un sistema careta. ¡Salud!

El Chamuyero




Un libro viejo, un jabón de tocador. Todo puede ser un tesoro en la boca de un buen versero.

Por Chanelle Noir.

Hipótesis:

Llego al dpto. con una bolsa de supermercado llena de forros y comida para el gato. Romi no está. Veo rastros de merca sobre la alfombra; el felino es un drogón de mierda y se pone a lamer.
Romi no atiende el teléfono, ni el radio. Tampoco la encuentro conectada al MSN, Twitter o Facebook. El dpto. tiene un aspecto apocalíptico: pastillas de éxtasis y de Dolce & Gabbana hasta en los lugares más insólitos, como el cenicero del Che o un hueco del sillón. La puertita del indoor está abierta, una planta fue masacrada al perder violentamente todos sus cogollos, que evidentemente fueron arrancados con furia.

Suena el teléfono y temo lo peor: perderme un trío porque Romi no está y no puedo ubicarla. Atiendo. Felizmente, se trata de una situación muy oportuna porque el cliente quiere cogernos por separado.

- No me da para garcharme a las dos, ni siquiera fumado. No me creo tan poronga –confiesa humildemente.
- Bueno, yo estoy disponible ahora –respondo, luego de un suspiro de alivio.
- Está bien. En realidad prefería arrancar con Romi. Vos parecés muy…
- Conchuda.
- Eso. Pero debés estar buena.
- Soy la más linda. ¿No leíste el número de enero? ¡Soy la más linda!

Quedamos para las cinco en la habitación “sado” de un telo temático de Belgrano. Llevo flores en una latita de habanos importados, mi birome/encendedor y la maquina para armar. Sigo sin saber nada de Romi, pero ya estoy acostumbrada a que desaparezca así y luego llegue como si nada.

Tesis:

Romi: (armando un porro) ¿Qué tal el tipo?

Chanelle: Bien. Limpito. Educado, pagó bien. Pero no sé, pasó algo raro.

R: ¿Qué acogió?

C: Fumamos bastante, no sé si le habrá pegado mal o qué. Pero cuando me estaba yendo, me dijo que tenía un regalo para mi y sacó de su bolsillo un jabón.

R: ¿Karina Rabolini? ¿Verónica Zuberbuhler? ¿Ralph Lauren?

C: No, un jabón de supermercado.

R: Te dijo sucia. Seguro no te habías hecho la higiene de rigor.

C: Te juro que sí, Ro, vos me conocés. Pero no fue sólo eso. Después me regaló un libro.

R: ¿Autor?

C: Autor ignoto, edición 1992, tapa blanda, tamaño de fuente número 6 (para leer con lupa), papel símil higiénico. Ah y está en ruso.

R: Cierto que vos heredaste esa capacidad que tiene tu viejo de poder leer en cualquier idioma.

C: Sí, pero no nos sirve para idiomas como el chino, el ruso o el griego, que tienen otro alfabeto.

R: O el latín. Tomá una seca. Está buenísimo.

C: Gracias. Ah, mirá, tengo un mensaje del cliente. Pregunta si estás disponible para dentro de una hora en la habitación “Baile del caño” del telo de Belgrano.

R: Obvio que si. Me muero de intriga por ver qué me regala a mí.

Conclusión:

Romi llega radiante de su cita con el cliente. Lleva un pañuelo en el cuello. Se lo saca y me lo muestra.

- Me regaló esto – me explica-. Mirá qué belleza. Era de su abuela, lo trajo de Francia en un viaje que hizo hace veinte años. Es de un material que no se consigue acá. Y este borde dorado es hilo de oro. Le debe haber salido una fortuna.
- Al menos a vos te regaló algo como la gente –respondo-. Bien, boluda.
- ¿No te da celos?
- ¿Celos de un gato? Me extraña, Ro. ¿No escuchaste nunca eso de que las putas tenemos dos orgamos por cliente?
- No.
- Uno cuando nos paga y otro cuando se va.

Algunos días más tarde, encuentro un pañuelo idéntico al que el cliente le regaló a Romi, en venta por $10 en un Todo Moda del centro.

El brasuca



Nuestras amigas le abren la puerta a un morocho recio que, además de acerlas más ricas, las une un poco más.
Por Chanelle Noir

Hipótesis:

Abro la puerta a eso de las tres de la tarde y me encuentro con un hermoso negro. Le pregunto cómo se llama y me responde “Eu estava fodendo, estou con votade de vocé e marijuana”. Lo hago pasar y tomar asiento. Romi y yo nos sentamos en un sillón frente al suyo y por un momento nos miramos los tres. Mi amiga se pone nerviosa y arma un faso con los dedos, con una habilidad admirable. Yo miro al brasuca.
Él me devuelve la mirada y pone sobre la mesita unos billetes en forma de abanico. Luego saca su propio porro, ya armado, y lo prende mientras espera una respuesta de nuestra parte.

El dinero que exhibe es insuficiente para el trío, alcanza apenas para disfrutar de sólo una de nosotras. Se lo explico con señas, apuntando mi dedo índice a sus billetes y luego a Romi y a mí. Él asiente y luego larga una bocanada.

-Creo que me lo tendría que coger yo –dice Romi, porque nunca estuve con un negro.
-Yo tampoco –respondo.
- ¿Qué decís? Tu novio es un negro musculoso igual a Lorenzo Lamas.
-Es otra raza.

El brasuca sigue fumando, tranquilo, mientras nos ve discutir. Asumimos que no debe entender nada de lo que estamos hablando.

-Admitilo –le digo a Romi- decí que te querés desquitar con este negro porque mi novio no te dio cabida cuando te le ofreciste como una muestra gratis de shampoo.
- ¿Cómo te enteraste?
-Todos en este ambiente de mierda se enteraron. Romi, sé que llevás más años que yo en esto, pero hay cosas que evidentemente no tenés claras. Las putas cobran, las que se regalan son putitas. Yo siempre me consideré una Señora Trola y pensaba lo mismo que vos, hasta que vi cómo te regalabas. Me das tanta pena, que te cedo al brasuca de todo corazón. Hacé unos mangos, así podés ir a la peluquería y arreglarte “eso” que en una noche de merca y anfetaminas te hiciste en la cabeza.

Apenas termino de decir esto, el brasuca deja su tuca en el cenicero. Junta el abanico de billetes y los pone sobre mi mano. Luego, me lleva a la habitación.

Tesis:

Chanelle: Acá tenés la mitad de lo que me pagó el negro. Por favor, andá a la peluquería.

Romi: (guardando la plata) Vos y tu necedad de sentirte más que el resto, ¿no?

Chanelle: ¿Perdón?

Romi: ¿Te creés que no me doy cuenta? Todo el tiempo me estás despectivando, te divierte tenerme como la bruta y ser vos la que muestra su erupción. ¿Te creés que sos perfecta?

Chanelle: Yo no dije eso, Ro.

Romi: Sos una hedonista, anoréxica de mierda.

Chanelle: Vos también sos hedonista, procurás el placer.

Romi: Te creés la mejor mina del mundo porque los clientes te preguntan si sos rusa o alemana y porque sos flaca, con tetas y culo naturales. Y porque tenés esa piel de bebé, conchuda del ortho. No sé si tengo ganas de pegarte o de cogerte.

Chanelle: Ponete de acuerdo y vemos, si vamos a la esquina o a la cama.

Conclusión:

Luego de un año de tensión entre nosotras, de comentarios más o menos hirientes e indirectas que a veces son demasiado directas, todo estalló entre Romi y yo. El brasuca pareció ser la excusa perfecta para que ella y yo sacáramos a la luz viejos rencores y diferencias en las que probablemente nunca nos vayamos a poner de acuerdo.

Mientras el brasuca camina relajado y liviano bajo el sol (más pobre pero más feliz), Romi y yo nos agarramos a piñas sobre el sillón. Nos tironeamos del pelo, nos cacheteamos, nos rompemos la ropa, pero de repente nos miramos a los ojos y nos besamos. Terminamos cogiéndonos violentamente sobre la alfombra. Después fumamos la pipa (de agua) de la paz y todo queda en el olvido.

Pero que conste que yo soy la más linda.

Publicado por la revista THC en enero de 2011

El Gran Rúben



Las chicas más enamoradas del THC que nunca, dedican un cuadro vivo para el deleite de un cliente con oficio.
Por Chanelle Noir.

Hipótesis
El cliente de las cinco nos sorprende a Romi y a mí al presentarse escoltado por un enano disfrazado de sátiro. Pregunto de qué se trata y el señor inquiere si acaso no reconozco al único, al majestuoso, al GRAN enano Rúben.
Bien, necesito un faso urgente. Por unos instantes falto a las reglas de cortesía y los dejo parados mientras me armo uno con la maquinita y los papelillos con sabor a uva. Fumo un poco. Romi se sienta a mi lado para que le convide y le digo que espere, que necesito unas secas más para continuar. El cliente y el enano nos miran desconcertados, parados aún al lado de la puerta que ha quedado entreabierta. Finalmente, le paso el faso a Romi y me levanto del sillón. Cierro la puerta y me disculpo.

- Así que, “El ‘gran’ Rúben”. Tomen asiento por favor.
El cliente cuelga su saco en el perchero y se sienta junto al sátiro frente a nosotras. Le armamos uno y él comprende que queremos saber su historia.
- Conocí al gran Rúben hace varios años, en un circo ambulante de Espeleta.
- Ajá, continúe –le respondo, armando otro.
- Quedé fascinado por su destreza.
- ¿Hace malabares?
- No, baila tap sobre una mesita.
- Vestido de sátiro.
- Si, siempre se vistió así. Sacrificó su hermoso cabello negro para ponerse los cuernitos. Cuando yo lo conocí se lo engominaba todo con Lord Cheseline.
- Lord Cheseline –repite Romi, en medio de su propia bocanada de humo- Lord Cheseline es uno de mis escritores de habla inglesa preferidos.
Se crea un incómodo silencio.
- Bueno –continúa el cliente- eventualmente, el circo cerró y el gran Rúben quedó sin trabajo. Fue entonces que le ofrecí venirse conmigo.
- Entiendo –le digo, dejando la tuca en el cenicero del Che y levantándome-, pero cuando hablamos por teléfono, Usted no aclaró que serían dos.
- Es que Rúben no viene a coger. Su función es orquestar nuestro trío.
- Yo fumo –habla por primera vez el enano- y les digo lo que tienen que hacer.
- ¿Viene en son de paz el enano? –pregunta Romi, mientras se saca la ropa.
- Pagaré bien por esto -replica nuestro cliente-, y por adelantado.
Cuando vemos el fajo de dinero, sacamos los frascos con todas las variedades que tenemos para convidar. Antes, claro, contamos y guardamos el dinero.

Tesis:

Romi: Al final no me diste ningún libro de Lord Cheseline.

Chanelle: No me pediste, me dijiste que era tu autor favorito.

Romi: No, quise decir que me prestaras uno.

Chanelle: No tengo.

Romi: Qué raro, vos que te la das de culta.

Chanelle: Viste, nadie es perfecto. ¿Que te pareció Rúben?

Romi: Bien, qué sé yo. En vez de esos gordos que vienen a fijarse en las toallas, mejor un enano vestido de cabra.

Chanelle: ¿Cabra?

Romi: Estaba vestido de cabra, el enano.

Chanelle: Aaah. Sí, por supuesto.

Romi: Aunque me resultó un poco molesto todo el tema del circo. Se nota que pasó mucho tiempo en eso. En vez de pedir cosas sexis, me pedía que te metiera un pie en la boca mientras el cliente me chupaba un mechón de pelo y te tocaba la pierna con el codo. Y con estas imágenes, el enano se pajeaba. De los dos, ¿quién habrá pagado?

Chanelle: Pagó el cliente.

Romi: Pero el polvo se lo echó el enano.

Chanelle: Ro, ¿vos a esta altura te seguís sorprendiendo?

Romi: Tenés razón. Armá otro con tu maquinita para rubias.

Conclusión:

Lo malo de este tipo de anécdotas es que poca gente nos las cree. No nos importa. El único problema es que a veces a nosotras mismas nos cuesta recordar si lo que vivimos realmente pasó. Sin embargo, días después, casi de casualidad, descubrimos que no fue un sueño.

Como la flor de Coleridge, el programa de Anabella es la evidencia de que lo que vivimos fue real: una tarde de ocio y televisión, vemos a nuestro cliente haciendo palmas mientras “El gran Rúben” zapatea sobre una mesita, vestido de sátiro.
Cuentan con orgullo que en la calle Florida, las multitudes se reúnen para ovacionarlo y que Tinelli lo convocó para que zapatee por un sueño en su programa.

- ¿Será con el adelanto del Bailando que nos pagó? –le pregunto a Romi.
- ¿Habrá venido en serio? ¿O habrá sido un sueño?
- No importa –le respondo-. Lovecraft escribió que la vida no es más que una sucesión de imágenes en la mente, sin importar cuáles vienen de cosas reales y cuáles de sueños íntimos. Y que no hay motivo para atribuir más importancia a unas que a otras.

- Lovecraft –repite Romi-. Qué raro, siempre pensé que era un fijador capilar.

Publicado por la revista THC en diciembre de 2010.

El Gallo



El señor, padre y empleado ejemplar, decidió darse una vuelta por el depto de las chicas, pero antes pasó por la rotisería.
Por Chanelle Noir

Hipótesis:

Es lo que Romi y yo solemos llamar “Un putañero clásico”: anda por los 50, pelado, panzón, cara de “que no se note que la vengo a poner”. Pide, inexorablemente, la toalla y el jaboncito. Nosotras mandamos a hacer unos que dicen “Chanelle y Romi” en el envoltorio. Es increíble lo que suma esa pelotudez. Eso, el frigobar con bebidas individuales y la canasta con golosinas. El polvo es lo de menos.

Recién al verlo salir del baño desnudo (oh cruel visión) diciendo “Ya me higienicé”, notamos que el cliente trae consigo una bolsa de Avicar.

Yo pregunté por teléfono si cumplían fantasías, dice, mientras saca un pollo entero de la bolsita. Creo que hablé con Romi. La miro y ella me devuelve su cara de WTF. No se debe ni acordar. Le pregunto al señor qué fue lo que pidió y él me explica, como si fuera lo más normal, que quiere que nos pongamos nuestra mejor lencería y le sostengamos el pollo mientras se lo coge. ¿Con los menudos y todo? pregunto yo, pero Romi me agarra de la mano y me lleva a la habitación. Abrimos el famoso baúl y elegimos medias de liga, trajes de fantasía y tacos. Nos maquillamos una a la otra como si fuéramos nenas jugando y de hecho el maquillaje nos queda bastante como el ortho. Romi me dice que no importa, que después de todo, hoy la puta es el pollo. Yo asiento. Le aviso al cliente que las fantasías son más caras y le pido el dinero por adelantado. Se sorprende, pero paga. Ya está con el porro prendido, adentro del pollo. Parece que fumara, nos dice. Y además, deja una sensación muy grata a la pija, cuando la meto. Como un humito calentito. ¿Me lo sostienen?

Tesis:

Chanelle: Ro, te dije miles de veces que cuando llaman por las fantasías, preguntes a qué tipo de fantasía se refiere.

Romi: Pero ¿por qué te calentás, mujer? Nuestro laburo lo hizo un pollo.

Chanelle: No es el caso, Ro, ahora tengo que gastarme la guita en vodka.

Romi: Nada de eso, nena. Relajate. Tomá estas flores, que son lo más. En un ratito vas a estar súper relajada y se te va a ir esa cara de fragor que tenés.
Chanelle: Gracias, Ro. Ahora, lo que me pregunto es qué hará con el pollito.

Romi: Lo lleva a su casa y se lo sirve a su familia “con salsa blanca”.

Chanelle: Qué hija de puta.

Romi: ¿Te cabe alguna duda?

Chanelle: Creo que es lo más probable.

Romi: No estés mal, Chanelle. Son las pequeñas cosas que marcan la diferencia con otros servicios. Nosotras ofrecemos alta implicancia.

Chanelle: Aparte de que somos carísimas.

Romi: Y, la implicancia tiene su precio.

Chanelle: Seguramente, debe ser muy cara.

Romi: Y sí, ¡imaginate!

Chanelle: La verdad, Ro, me dan mucho miedo tus slogans. Eso de “sensación atemporal” o no sé qué mierda pusiste en el último aviso. Después de esta experiencia, tengo miedo que caiga uno vestido de campesino de la edad media, durante la peste bubónica.

Romi: Pero ya inventaron la vacuna para eso.

Conclusión:

Yo armo con la maquinita especialmente diseñada para rubias, con las sedas con sabor a uva que me gustan. Romi prende y me va pasando. Tomamos gaseosa y nos preguntamos sobre el destino del pollo, que luego de ser violado, fue nuevamente puesto en su envoltorio y llevado a casa por nuestro cliente, más pobre que antes pero más feliz.

Nos imaginamos al señor llegando a su casa al grito de ¡Hoy cocina papá! y preparándoles con todo el morbo el pollo recién cogido. Lo imaginamos en la mesa familiar, saboreando cada pedazo y explicando a la familia que ese “gustito particular” se debe a unas especias que le trajo de oriente un compañero del trabajo.

Yo soy vegetariana hace años. Romi lo es a partir de hoy. Ambas sentimos escalofríos y lo sentiremos siempre, cada vez que pasemos por una góndola de carnes blancas.

Publicado por la revista THC en noviembre de 2010.

El gringo



Nuestras divas venden fantasías, pero nunca faso. El placer se autocultiva.
Por Chanelle Noir

Hipótesis:

Anda por los 50, tiene pelo canoso y ojos celestes. Panza. En su juventud puede que haya estado bueno. Entra a nuestro dpto. con prepotencia, dejando su saco en nuestro perchero como si estuviera entrando a la habitación de un telo y diciendo (en inglés) que él es “Americano “ y que por tanto, tenemos que hacerle precio.
Le explico que estamos en Argentina y que acá se habla castellano. Se lo digo lentamente, con autoridad, mirándolo con el cuello arqueado porque mido un metro y medio y él me lleva dos cabezas. Amenaza con irse si no aceptamos sus condiciones y le respondo que no hay inconveniente. Que abajo le abren.

Lo veo recoger sus pertenencias mientras mediante un gesto sencillo, le pido a Romi que me facilite el faso recién armado que pongo entre mis labios. El gringo abre los ojos enormes y me pregunta si tengo más. Le pido que me disculpe, pero que no hablo inglés. Él saca 400 dólares y yo los guardo en mi media negra de liga. Los lenguajes del amor, el dinero y el faso, son universales.

Inmediatamente, vuelve a ponerse cómodo. Se sienta en la cama en el medio de las dos y yo le paso mi faso. Romi trae el cenicero del Che. Él hace un comentario despectivo sobre el revolucionario argentino y yo le digo que no le entendemos. Romi and Chanelle no English le digo. Pot and sex, yes. Oh yes.

Fumamos un poco mientras nos cuenta en su castellano de mierda que hace días que no prueba un porro y que es una situación terrible. En California tiene una plantación y se autoabastece. Esto estar mehor que yo fumé en Argentina, dice, refiriéndose a nuestros cogollos. Nosotras decimos Thank you. Dice que siempre que viene a nuestro país le venden un paraguayo espantoso y sobrevaluado. A nosotras no nos sorprende. Con la onda que tenía al principio, yo al menos, le habría vendido cianuro.

Tesis:

Romi: Es inhóspito, vienen con dólares y creen que pueden hacer cualquiera.

Chanelle: Y sí, creen que nos vamos a abrir de gambas por una foto de Washington.

Romi: Se creen que somos indios, que nos vamos a deslumbrar con los vidrios de colores. Se creen que estamos igual que cuando nos conquistaron.

Chanelle: ¿Eh?

Romi: ¡Cuando los ingleses nos conquistaron!

Chanelle: Che, tengo un libro de historia muy copado acá en la biblioteca, si querés llevátelo unos días.

Romi: ¿A ver? ¿Tiene dibujitos?

Chanelle: Sí, tiene dibujitos.

Romi: ¿Por qué no le querías hablar en inglés? Vos entendés perfecto.

Chanelle: Porque no viene incluido en el precio. La tarifa es por coger, no por hablarle en su idioma. Además, me iba a ver tentada a refregarle en la cara que para ponerla, además de tener que pagar, tiene que irse de su país porque ahí las minas son horribles.

Romi: Y sin embargo parece que nos cogió sólo porque teníamos porro. ¡Cuando vio el faso, se quedó avieso!

Chanelle: Tengo un diccionario por ahí, Ro. Llevátelo también. Tiene dibujitos.

Romi: ¡Gracias! Vos sabés que adoro leer. Los libros son una necedad. Ahí te entró un mensaje.

Chanelle: Sí, es el gringo. Dice que le parecimos unas forras, pero que quiere más porro. Quiere comprar de nuestra cosecha “a un precio razonable”.

Romi: Imposible. Somos putas, pero no dealers.

Chanelle: Eso le estoy respondiendo.

Romi: Y que se haga ortear.

Chanelle: También.

Conclusión:

Durante los días siguientes, el gringo nos manda un promedio de 10 mensajes de texto diarios pidiéndonos que le vendamos faso. Ante nuestra negativa, postea una “mala XP” en el foro de putas correspondiente, pero gracias al traductor de Google, no se entiende ni mierda.

Sin embargo, esa semana tenemos miles de gringos nuevos en busca de faso. Todos ratas y con la convicción de que ser “Americanos” les da derecho a lo que sea. A cada uno de ellos, Romi y yo lo colocamos en su lugar de súbdito del faso y le dejamos bien en claro la situación: Vos viajaste a este país sin faso y querés fumar algo bueno, no la mierda sobrevaluada que te venden aprovechándose de tu condición de dumb gringo. Bien. Fumá de la buena y cogete dos hembras como no hay en tu jodido país. Pero pagame lo que yo te pida. In advance.

Te explico, baby, vos tendrás muchos verdes, pero nosotras tenemos felicidad verde también. Fumate tus billetes si querés. En nuestro garchadero/fumadero, que es nuestro reino, esta plantita vale más que tu billetera. Igual, tu billetera se queda acá. Baby.

Publicado en la revista THC en octubre de 2010