"El Antiporro"



La primera columna de una saga que promete calentar hasta al corazón más helado.
Por Chanelle Noir.

Hipótesis

Dice que ya no fuma porro, pero de sus bolsillos no dejan de salir botellitas de whisky y está durísimo. A tal punto, que pregunta cuál es Chanelle y cuál es Romina. La rubia que viene en tamaño pocket es Chanelle, le explicamos, la morocha alta, es Romina.

Trajo champagne frío y pide hielo. No tenemos hielo, es invierno, que se deje de joder. Prendemos uno y le sugerimos que se relaje un toque, que se predisponga como corresponde para disfrutar de dos hembras como nosotras.
Lo vemos llevarse el porro a la boca con inseguridad, casi con culpa. Nos cuenta que ya no puede disfrutar de algunas cosas, que reventarse dos lucas en el casino le da cargo de consciencia. Irse de putas también, a veces. Pasamos a la alcoba, previo pago de “el servicio”. Se dice “el servicio”, como si fuera de catering, de lunch o fúnebre. No se dice “garching”, ni “revolcón en el heno”, tampoco “polvito”. Esas cosas nos enseñan los foros de “escorts”, y no nos referimos al Ford.

Al cliente no le pinta penetrarnos o “no puede”. Ponemos un manto de piedad sobre esa cuestión, dada la condición en que se encuentra. Es una hora de lengüetazos, chupadas y cuestionamientos acerca de por qué no acabamos más. Le explicamos, aunque no tenemos que hacerlo. Lo que realmente deberíamos explicarle es que se abona el acceso limitado a nuestros cuerpos, no la onda. Que la onda no tiene precio. Como el porro. El porro viene incluido en el paquete: lesbianismo, sexo y fumarse uno. Pero qué le vas a explicar a un tipo que está tan duro, que cuando tiene la boca libre, la usa para tomar alcohol de alguna de sus botellitas. Se debe haber aspirado hasta la tierra de las macetas. Nosotras, por suerte, no tenemos plantas en el depto.

Tesis

Chanelle: ¿Me dejás un par armados, así tengo para fumar después?

Romi: Tenés que aprender a hacerlo vos solita, nena.

Chanelle: Mirá, dejó como tres botellitas vacías de whisky.

Romi: Qué denso, ¡no se iba más! Aunque sacamos nuestras netbooks y nos pusimos a chatear, al tipo no le importaba nada. Suerte que a vos te llamaron por teléfono por una urgencia.

Chanelle: ¿Me estás jodiendo? ¡Era un cliente para ayudarnos a echar al payaso este!

Romi: Qué personaje.

Chanelle: Lo vi conectado y le conté lo que nos estaba pasando.

Romi: ¿Qué le dijiste?

Chanelle: Le dije “tenemos un tipo re duro acá, vestido, contándonos su vida. Llegó hace dos horas y no se va”. Surgió de él, el acto de caridad. Me dijo “Ahora te llamo y te digo que me robaron, bien fuerte, así escucha.”

Romi: Obsesionado con hacernos acabar, encima.

Chanelle: Dioooooos.

Romi: ¿A vos te pasa muy seguido?

Chanelle: ¿Qué cosa? ¿Acabar?

Romi: No, que te quieran comprar el orgasmo.

Chanelle: Y, vos viste cómo son. A mí nunca me interesó ponerme a gritar como si me estuvieran metiendo un palo en el culo, me parece que es tomarlos por idiotas. Ay sí, papi, ay ay. Pero después, resulta que si no lo hacés te lo piden. Mirá, yo creo que ninguna de las que estamos en esto entendimos un carajo qué quieren los hombres y por eso cobramos. La conclusión sería: “Vos pensá tranquilo qué querés, mientras yo me enriquezco con tu plata”, qué sé yo boluda…

Romi: Ay Chanelle, el porro te pega divino.

C: Igual todavía no sé armar.

Conclusión

En una situación tan particular como esta, el porro nos ayudó a lidiar con alguien que se encontraba en muy poco control de su persona. No es difícil imaginar lo que habría pasado, sin la presencia de la plantita: en vez de ofrecer un servicio canábico-sexual como Dios manda, habríamos terminado sodomizando al cliente con sus propias botellas de alcohol. Felizmente, el porro fue nuestro aliado y nos dio la tranquilidad necesaria para sobrellevar el momento. Imaginamos a nuestro cliente con los ojos entreabiertos, babeándose en un taxi de regreso a casa. Más tarde, mientras su esposa duerma, se logueará en el foro de escorts correspondiente, para contarle al mundo que no teníamos hielo. En cuanto a nosotras, ya todo pasó. Los Rocas descansan sobre la mesa, tenemos un rato para chatear desde nuestras netbooks, seducir a posibles clientes online que quieren coger y fumar con nosotras.
El próximo será alto y hermoso, nos dejará una caja de habanos a modo de propina y hasta la tendrá súper gorda. O no. Quién sabe.

Publicado por la revista THC del mes de Octubre de 2009