"El Artista"



Ventaja del sexo sin documentos. Cuando ir de putas es la chance de inventarse una persona.
Por Chanelle Noir.

Hipótesis:

Lo que nunca terminamos de entender es por qué tienen que darnos una excusa. Es como cuando entrás en una sala de chat y todos te preguntan si siempre chateás y ellos aclaran “yo no entro nunca, hoy justo se dio que cancelaron el partido de fútbol con los pibes, fue de casualidad”. ¿Acaso tienen miedo de lo que podamos llegar a pensar nosotras? ¿Qué hay para pensar? Nada, tenían ganas de echarse un polvo, pagaron. El resto de los pormenores no son asunto nuestro. Nosotras no les decimos que habríamos querido ser abogadas, pero la sociedad, la vida o algún familiar violador nos llevó a ser putas fumancheras. Una hora es el tiempo suficiente para “descargar”, sin dejar margen para mucho diálogo. ¿Qué nos convoca, después de todo? Entonces, vayamos a lo nuestro.

Es escritor. Tiene unos treinta y pico, es alto y tiene un físico impresionante. Morocho, muy atractivo. Un gran día para ser putas y fumarnos uno en excelente compañía. Él nos saluda cálidamente al entrar en nuestro departamento y nos mira a los ojos mientras se presenta. El motivo que lo llevó a nuestro encuentro, nos explica mientras Romi arma el porro fuera de estación, es nada menos que el síndrome de la hoja en blanco. No suele ir de putas, aclara, ni fumar porro, pero tiene que entregar su novela antes de que termine la semana y está bloqueado. De todo esto, obviamente, lo único que le creemos es que está bloqueado. Dice que si no lo inspira un porro y un par de buenas putas, nada lo hará. Eso, sin duda, también se lo creemos. Relajate, le dice Romi, mientras un humo suave sale de sus labios entreabiertos, hagámosnos bien.

Tesis:
Romi: Yo no soy terapeuta, pero la escuela de la vida me enseñó muchas cosas. Como mujer, como escort, como viuda…

Chanelle: Escort es un modelo de Ford. Dios. Qué faso berreta.

Romi: Horrible, no es época. ¿Qué te estaba diciendo?

Chanelle: Que sos viuda, boluda, dejate de joder. ¿Cuántos tipos habremos atendido? ¿Quinientos mil? Alguno se tenía que morir, ¿no?

Romi: Pero es que yo no tengo consolación, estoy inconsumable.

Chanelle: ¿Me pareció a mí o le diste el culo al escritor?

Romí: Sí. Vos sabés que me encanta leer. Me pudo

Chanelle: Igual a vos te re cabe eso…a mí también, ojo, pero no tolero la personalidad del ortero. Usan demasiados diminutivos: tanguita, colita, depiladita. Me genera violencia y en vez de Noir, me pongo Extra Brut. Holocausto y exterminio al ortero, Ro.

Romi: ¿Se inspirará después de todo esto?

Chanelle: Naah. Estoy segura de que ni siquiera es escritor, ni se llama como nos dijo. Para mí se llama Cacho y vende panchos en la costanera. Estoy casi segura de haberlo visto alguna vez.

Romi: Qué inaudible. Che, el tipo del plan macabro, el que te robó la poronga de goma, ¿te la devolvió?

Chanelle: No la quiero, boluda! ¡Andá a saber para qué la usó! Aaaaaghhhhh

Romi: Tenés razón, Chanelle. Este faso es una mierda.

Conclusión:

Sin dudas, ir de putas es una aventura, un sueño, una posibilidad de convertirse en otra persona. Después de todo, lo que vendemos no es más que una ilusión. A veces, alguien se presenta como Martín, para volver una semana más tarde y decir que se llama Diego. O Pablo. Según nuestro humor y la cantidad de faso que tengamos encima, le seguimos la corriente o le decimos “Eh, ¡pero si viniste con otro nombre la última vez!” Todo depende.

Con el correr de los días, encontramos una “XP” en el foro de escorts escrita por Rulo, el camionero. Cuenta que, en un cambio de ruta, tuvo la oportunidad de conocer a las famosas diosas del sexo Chanelle y Romi y fumarse uno con ellas. El dpto. está bien, informa Rulo, hay jabón líquido y aire acondicionado. Preservativos de colores y con olor a chicle. Aunque el faso era de muy mala calidad (acá habla de la mala época para conseguirlo), Rulo explica con lujo de detalles su expedición por el “camino de tierra” de Romi y se lamenta no tener tiempo para repetir la aventura.
Los colegas de Rulo lo felicitan por la “XP” y se prometen conocernos pronto. Nosotras seguimos fumando, mirando muy por encima la pantalla de nuestras netbooks y finalmente el reloj. Parece que es hora de continuar. Llega Pablo. O Diego. O Juan. O Martín.


Publicado por la Revista THC en abril de 2010