"El Último Faso"



En momentos culminantes, una sequita ameniza.
Por Chanelle Noir.

Hipótesis:

El tipo se está muriendo y, más que echarse un polvo, quiere fumarse el último faso. Está solo en la habitación de un hospital público y no tiene un jodido porro, aunque el médico le dio permiso para fumar, sin poder él mismo ofrecerle uno. Esa es nuestra misión, el día de hoy. No habrá sexo, ni música de Estopa, ni comentarios al respecto en el foro de escorts correspondiente. Hoy, alguien necesita mucho más de nosotras que un servicio cannabico-sexual. Veremos cómo nos va.

Aparecemos vestidas de enfermeras por la puerta menos concurrida del hospital, sorteando los gatos sobre nuestros tacos aguja. Creemos que nadie nos mira mientras esperamos el ascensor, que parece estar a punto de derrumbarse. Entramos sin intercambiar palabra alguna. Hay dos enfermos escapándose del establecimiento y uno hasta se lleva la sonda. Romi y yo tratamos de no cruzarnos las miradas, pero uno de ellos siente la necesidad de darnos una explicación. Nos dice que es por un momentito, nada más, que va a ver el partido y vuelve. Que el médico le dio permiso. Nosotras le decimos que vaya tranquilo, pero que no tarde mucho.
El ascensor se detiene y lo abandonamos. Debe ser la habitación donde está parado el hombre. Es. Chanelle y Romi, nos nombra mientras nos mira. Hace entrega del rollito de Rocas, que guardamos en los bolsillos sin contar. Nos abre la puerta, pero se queda afuera. Por las dudas.

¿Trajieron? nos pregunta el cliente. Romi saca un porro de su bolsillo y lo prende con mi birome-encendedor. Yo abro la boca para corregirlo, pero ella parece leerme la mente y me pone el porro entre los labios. Le doy un par de secas, mientras él me mira con ansias, no de mí, sino del porro. Con los dedos, retiro el maquillaje que manchó la seda y se lo paso.

Tesis:

Romi: ¿Ibas a corregirlo, hija de puta?

Chanelle: ¿Yo?

Romi: Cuando dijo “trajieron”.

Chanelle: Está mal dicho. ¿Se lo iba a dejar pasar porque nos habían pagado, o porque se estaba muriendo? Los moribundos también tienen derecho a aprender.

Romi: Se va a morir de todas formas, ¿qué diferencia hace?

Chanelle: Nah, ya demasiado con todas las veces que escucho a diario “si yo tendría” y “hace equis tiempo atrás”.

Romi: ¿Cómo?

Chanelle: “Hace dos días atrás”, en vez de “hace dos días” o “dos días atrás”. Hijos de puta. Creo que todo empezó con un tema de Diego Torres.

Romi: ¡Cómo estás, nena! ¿Cuántos fumaste ya? Yo traje cinco porros y ahora queda uno solo.

Chanelle: Tuve que sobornar a un médico que nos descubrió.

Romi: Garrón.

Chanelle: Ah mirá

Romi: ¿Qué pasa?

Chanelle: Un mensajito. Nuestro cliente se fue al cielo de los fumancheros.

Romi: Oh.

Chanelle: En este momento debe estar fumándose uno así de grande con Peter Tosh.

Romi: ¿Creés en esas cosas?

Chanelle: Si nadie sabe qué pasa cuando nos morimos, nadie puede saber. Al menos pensemos que es algo lindo, ¿no?

Romi: Yo me imagino que debe ser como cuando soñás, pero con el poder de decidir qué querés hacer.

Chanelle: Un sueño lúcido.

Romi: Eso. Yo me lo imagino así. ¿Dice algo más el mensaje?

Chanelle: Que se murió con la pija parada.

Conclusión:

De regreso en nuestro depto, con los delantales colgados en el perchero, fumamos y comemos galletitas con queso untable. Por unos momentos, dejamos el episodio atrás. Miramos la agenda. Jugamos con los gatos. Uno de ellos acaba de hacer mierda un abanico de plumas y ahora corre entre nuestras piernas.

Elegimos este trabajo para evitar la rutina, los días largos en una oficina. Para sacar provecho a todos los que querían porro y petes de onda, de alguna forma le encontramos la vuelta. Pero, más allá de haber tomado una decisión que respondiera a nuestra propia comodidad, a veces realmente sentimos que estamos haciendo algo bien. Hay días en los que somos María Magdalena, las dos, lavándole los pies a un hombre y secándoselos con nuestros propios cabellos mientras sus pares lo ignoran. Al final, todos buscamos lo mismo: no morirnos solos en una habitación de hospital, sin alguien con quien fumarnos un último porro antes de partir.

Publicado en la revista THC en enero de 2010